Tuesday, September 11, 2007

Ahora deberíamos ir de reversa

Como la mayoría de las personas con las que convivo día a día, crecí en una familia de clase media en la que los recursos que teníamos no debían ser desperdiciados.

Ahora en mi casa abunda la fruta y no tenemos que pedir permiso para comernos un durazno. Recuerdo a mi mamá diciendo que teníamos que procurar que la fruta durara hasta la siguiente semana en la que se compraría nuevamente.

Mi papá ha sido un hombre precavido y hasta que crecí y comencé a ganarme el sustento me dí cuenta de lo difícil e importante que es el cuidar cada centavo.

—Papá quiero un helado-

—No, porque todavía no es primavera, espera a que llegue y comeremos muchísimos helados— respondía él con un pretexto desgastado pero útil en una niña de 7 años. Sobra decir que en primavera sólo nos compraba helado una o dos veces y después el pretexto volvía a ser escuchado las siguientes tres estaciones del año. Me surge una duda, qué había del verano. Porque en verano también hace calor. Tendré que preguntarle.

Hojas, cuadernos, lápices... nada nos faltaba para hacer nuestras tareas. Pero tampoco nos sobraba.

Al pincipio de mi vida escolar hacía mis tareas en una máquina de escribir mecánica. La mayoría de mis tareas no eran más largas de media cuartilla porque me dolían los dedos de escribir en esas máquinas. Ademas las letras se salían de su lugar, una que otra faltaba y tenía que suplirlas con un pedazo de papel.

Después, cuando mis hermanos mayores estaban en nivel preparatoria, nos compraron una máquina de escribir eléctrica, toda una revolución en la casa. Podíamos borrar errores haciéndolos casi invisibles y centrar frases. Seguramente el aparato tenía más chunches pero no me tomé el tiempo de descubrirlas.

En el mundo ocurrieron dos cosas: la tecnología avanzó y mi papá mejoró de empleo. Así que llego a casa un PC. Obvio yo no sabía ni cómo funcionaba, y hay que aceptar que windows 3.11 no era el mejor amigo de una estudiante de secundaria haciendo sus pininos en computación —que no me lea mi jefe, pero a mí esto de las computadoras nada más no se me da—.

No resumiré la historia tecnológica familiar, el punto es durante el periodo en que hice la preparatoria internet era algo desconocido y misterioso, lo usaba de vez en cuando para buscar noticias históricas, pero nada más. Incluso tenía que ir a bibliotecas para hacer mis tareas, revisar montones de libros que sólo me daban un pedacito de la información. Las letras de canciones que me gustaban no las podía buscar en google y teníamos que recurrir a nuestros, casi siempre, odiosos maestros de inglés.

La vida cambio un poco cuando hice mi licenciatura; pero como aún era un aprendizaje dirigido tenía que recurrir muchísimas veces a libros antiquisimos en la biblioteca; para buscar cosas sencillas y que ahora fácilmente podría encontrar con un googlelazo.

Ahora que estudio mi maestría, nuevamente recurro a libros, pero puedo elegir más fácilmente y sin perder tiempo la información relevante. Digamoslo así: se eficiento la manera de hacer tareas; para quienes todavía hacen tareas a consciencia.

Ahora cuál es el proceso de hacer tarea para un niño de primaria. Prende su computadora, la conexión a internet es de alta velocidad así que no tiene que importunar a su familia sin el teléfono; abre la página de google y escribe : colores primarios. Hace tarea de kinder, es decir corta y pega e imprime sin leer muy seguramente. Al otro día 10 niños tienen la misma tarea. Antes lo peor que te pasaba era que en la papelería cercana a casa de tu amiga vendieran una monografía más bonita que la que habías comprado.

Si yo fuera maestra obligaría a mis alumnos a ir de reversa. Las tareas a mano o a máquina.

En la página de preguntas y respuestas de yahoo un muchachito con notables faltas de ortografía pedía el resumen del "Perquillo Sarniento". Debe ser un reto para los profesores en nuestros días fomentar la lectura, y la búsqueda del conocimiento.

La tecnología debería avanzar al mismo ritmo que la consciencia humana porque no todas las respuestas de la vida están en google o yahoo. Aún están borrosas



Monday, September 03, 2007

Contrastes

Me considero una persona espiritual, una persona que cree en Dios y piensa que existe un equilibrio universal que permite que todos tengamos lo que merecemos. Quiero decir, que como predica el refrán, cosechas lo que siembras, ni más ni menos.

En los centros comerciales, es raro el día o la hora en la que hay espacio para escoger libremente el lugar en el estacionamiento. Los pasillos están llenos de personas que están en la constante búsqueda del estatus que parece dar el comprar en cierta tienda de la ciudad con la etiqueta de exclusividad.

No están en búsqueda de un pantalón cómodo y de alta calidad. Si tienen la firma de una persona que los diseño en Nueva York pueden costar diez veces más de lo que en realidad deberían-por cierto son maquilados en los países más pobres por unos cuantos pesos, incluso hasta centavos por pieza.

Los diseñadores tienen que comer y dedican su vida a hacer diseños únicos para personas que no se sienten únicas y tienden a pensar que la ropa que usan son ellos, entre más cara sea su ropa se convierten en mejores personas.

Y pasan, por ejemplo, justo al lado de un policía que permanece 10 horas de pie.

¿Alguna vez los han visto? Entre esa manada de compradores que pasean de tienda en tienda, están ahí de pie, haciendo el trabajo por el que quincena a quincena les pagan, dígamoslo así: lo suficiente. Con ese pago no podría aspirar algún día usar un pantalón que le diera estatus que tan caro se vende en las tiendas en las que trabaja. Solo aspira a que el dinero le alcance para dar de comer a sus hijos y permitirles ir a una escuela pública, quiere que tengan una vida mejor.

¿Está cosechando lo que siembra? Tal vez le hizo falta esfuerzo o sus circunstancias no le permitieron obtener más. Pero también existe la posibilidad que su vida le satisfaga y sea feliz.

No lo sé.

Ya que estamos dentro de mis teorías tengo otra sobre la pobreza. Existe la pobreza de elección. Elijo una pareja porque es momento de tener pareja y estoy con ella mientras mi miedo a estar solo no me deje salir de esta situación. Elijo un trabajo que no me exige mucho de mi esfuerzo y en el que puedo dedicarme a limarme las uñas y probarme zapatos. Al final elegi seguir donde estoy y no desear nada más por miedo a no poder conseguir lo que deseo. Ya que lo escribí, creo que esta pobreza puede llamarse también de miedo.

Pero también, en la otra mano, existen los que las circunstancias donde nacieron los dejaron sin opciones para elegir y son los que para salir adelante cosen blusas por 20 centavos la pieza. Esos son los contrastes que no soporto y me irritan.

¿Y en dónde estoy yo? ¿Cómo puedo juzgar tan fríamente? ¿Quién me dio el derecho a decirle a los demás en qué están mal y en qué estan bien? ¿Qué código extraño e indecifrable para los demás tengo escrito en la planta del pie que me siento con el derecho supremo a juzgar?

A veces soy muy poco tolerante con los demás, pero cuando menos tolerante soy es cuando no me tolero. No sé si finjo o realmente son muy feliz. Siempre busco crecer como profesionista pero sobre todo como persona. Pero esto es lo que más cuesta trabajo y pienso que no todos logran.

Tengo miedo también, miedo a perder el rumbo y pensar que el éxito se basa en cuánto gano y no en cuánto puedo dar. Quiero, al final de mi vida -ocurra cuando quiera ocurrir- sentir que hice muy feliz a alguien, que hice todo lo que quería hacer y hasta más.

Y concluyo que hay sembrar mucho más, para que pueda tranquilamente irme a sentar al parque a ver como mis nietos juegan mientras trato de gritarle al oido a mi sordo esposo que lo amo.