Friday, December 19, 2008

Ciclos

No hay mejor predictor del futuro, que el pasado. Y eso cobra especial relevancia cunado hablamos de estos ciclos en los que los seres humanos nos basamos tanto: los años. Tenemos cierta fascinación por contar días, guardar en nuestra memoria fechas, y celebrar cada que se cumple un nuevo ciclo anual.

Además estos ciclos nos hacen desear el nuevo día, porque éste será aún más cercano al que cierra nuestro ciclo, al que añoramos y al que nos dice lo lograste, llegaste hasta hoy

Yo soy de las que piensan que si uno quiere cambiar puede elegir un jueves de febrero igual que un 31 de Diciembre. Pero también, creo que vale la pena aprovechar una fecha característica para sentarte a pensar lo bueno que paso a través de un ciclo y lo que deseas y esperas para otro. Para mí, la fecha clásica para esta actividad es mi cumpleaños. Quizás porque lo siento un poco más privado y más mío, pero aprovecho para mirar detenidamente y desde afuera lo que ha sido mi vida, para cambiar el rumbo si es necesario o apretar a fondo el acelerador para cumplir mis metas.

Para otros, la época en que lo hacen es ésta. Y a pesar de que puede ser un invento mercadotécnico, lo recibo con los brazos abiertos, porque se que todo aquello que nos provoque a ser mejores y a revalorarnos es bueno y es bienvenido. Si al final del balance lo que obtenemos son deseos sinceros de ser mejores seres humanos, la navidad y lo que realmente significa, habrá valido la pena.

Y recordé una buena manera de expresarlo con una escena de la película de Pokemón -creo que fue la uno- donde muere Ash Ketchum y todos los pokemón buenos sobre la tierra lloran por la gran pérdida. Toda esa energía positiva que se formó de sus lágrimas (sumadas también a que tienen poderes superiores e ideas revolucionarias) hacen que vuelva a la vida.

Y así, los seres humanos al decidir ser mejores en una misma época podemos lograr un milagro. Y no pretendo milagros sobrenaturales, sólo el pequeño de compartir nuestras bendiciones y de agradecerlas día a día. La vida es un ciclo, y ya lo dice Lou Reed, you are going to reap just what you sow... elijamos una fecha, un lugar, un instante para sembrar lo que queremos en un futuro cosechar.

Thursday, November 06, 2008

Todo es relativo

Más que nada es arbitrario...

El martes por la mañana sabía que durante todo el día la noticia más importante a seguir, serían las elecciones presidenciales en nuestro país vecino. y así fue durante gran parte del día. Pensaba, que no habría noticia que pudiera desplazarla.

Cuando regresabamos del trabajo, Juli y yo decidimos comprar pan para cenar –ya saben eso de cuidar las calorías es mi especialidad– y en la televisión se narraba la crónica del día electoral. Al llegar a casa, prendí la televisión para saber cómo avanzaba el asunto electoral y me topé con una noticia que había logrado desplazar a Obama y su triunfo. Una avioneta se había estrellado en una de las zonas comerciales más importantes de la Ciudad de México.

Por supuesto que la noticia me impactó, pero hubo algo más en esa noticia. Los medios, en su afán de moldear nuestra opinión comienzan a dar datos, irrelevantes o no, mostrar imágenes, a veces más crudas de lo que quisieramos y finalmente terminas con una gran cantidad de información. Una de las imágenes que repitieron constantemente fue la de Juan Camilo Mouriño abordando el avión que literalmente lo llevo a un viaje al más allá. Él no lo sabía, y nadie de las personas que iban en el avión con él lo sabían.

Yo soy de las personas que andan pensando que tiene premoniciones y me siento vidente. Gracias a Dios la mayoría de mis visiones son producto de una sobre dosis de gomitas. Y creo que todos tenemos ese tipo de experiencias, en las que sentimos nervios antes de hacer algo peligroso y lo llamamos presentimiento. Pasa particularmente cuando viajo, siempre presientes que algo malo pasara, y si no pasa (que es lo que más deseas) olvidas ese presentimiento, sólo era miedo.

Quizás ellos, los que abordaron el avión presintieron algo. Pero se convencieron que eran nervios. ¿Y los que estaban abajo? Ellos hacían solo su rutina y la muerte cayó del cielo.
Los que viajaban en el avión se subieron a él sonrientes, deseando llegar pronto a estrechar a quien en casa los esperaba. Los de tierra, despedían a sus amigos, nos vemos mañana, se decían. Tenían sus mundos, sus vidas y en un instante todo se borró.

Mi mamá siempre me ha dicho que no debes irte a dormir con un enojo, que no dejes ir a quien quieres enojado, porque no sabes si es la última vez que los verás. El accidente del martes sólo comprobó la sabiduría maternal.
La vida no es eterna y debememos vivirla al máximo. Escuchar las palabras de mi madre, y no hacernos los fuertes manteniendo nuestra postura ante un enojo. Usar nuestro corazón y vivir cada momento como si fuera únicouna frase muy trillada pero cierta, porque un beso, un abrazo, una sonrisa pueden ser los últimos y créanme, serán los mejores.

Finalmente, sólo tenemos una oportunidad.

Friday, October 03, 2008

Si los elefantes volaran...


Hace unas semanas, una elefanta aprovechó que el cuidador del circo donde trabajaba, dejo salir a ella y a sus dos compañeras a beber agua y escapó. En su rápida huida lucho contra feroces perros y cerdos que trataban de ahuyentarla. El cuidador al notar su ausencia trató de perseguirla, pero la velocidad de la elefanta era superior a la que él podía alcanzar. Hilda, nombre de la elefanta, se incoporó a una autopista, pero en sentido contrario y chocó, en un trágico accidente, contra un autobús de pasajeros (ver nota).

Cuando leí esta noticia, en ningún momento pensé que era una broma. No intenté revisar el calendario para saber si era día de los Santos Inocentes. Lo creí, porque México es el país en que todo puede suceder.

Todo lo que pasa a mi alrededor es quizás ejemplo de surrealismo. Hay fotos circulando por internet que se encargan de explicar por sí solas el punto del surrealismo en México.



Hace ya unos años, presencie un concierto en pleno vagón del metro. Se subió un muchacho, que al parecer había fumado un cigarrito de yerbita verde, colocó su micrófono, se acomodó la guitarra y comenzó a cantar. La la la la la laaaa. Nos pidio que lo acompañaramos, la mitad del vagón aplaudiríamos al ritmo de la canción y la otra mitad la tararearían. La verdad, la pena fue superior a nosotros y tuvo que aventarse su concierto solo.

Un pueblo cercano a donde vive mi abuelo se llama el despoblado. Supongo que sí viene de cuando no estaba poblado, pero no deja de parecerme extraño.

No sé si sea una situación única en México, si los zapatitos colgados del tubo en el micro, los conciertos en el vagón, el pan de muerto, el yelo frío, las fiestas de tres días, las comparsas, los albures, y un largo etcétera, parezcan raros a cualquier extranjero. Yo creo que los latinoaméricanos somos muy similares. Pero seguramente los primer mundistas sí se soprenden ante el montón de tradiciones, colores y sabores que tenemos.

Creo que somos gorditos porque prevenimos. Estabamos tan acostumbrados a las crisis, y como nos enseñaron a no confiar en los bancos, y guardarlo todo por nuestra cuenta, que decidimos comer: lo comido y lo bebido es lo mejor vivido. La llantita que comienza a formarse en mi cintura (donde estuvo) no es otra cosa que mi preparación para la escasez, que no se diga que no somos precavidos.

Y es que a pesar de los problemas, de los mal vibrados que a veces tratan de nublarnos la fiesta, siempre, siempre encontramos cómo celebrar, le miramos el lado bueno a la vida y podemos bailar y cantar.

México es el país donde todo puede suceder, esperemos que todo sea sinónimo de sorprendentemente bueno, no de desgracias que borren este folclore que nos hace únicos, o al menos nos hace sentirnos únicos.

Thursday, September 04, 2008

Lo que el tiempo se llevó

Me he dado cuenta que he escrito este blog para exorcizar los fantasmas de la niñez. Es mi sustituto a la terapia que no puedo pagar, pero que pensamos que no necesito, ni yo ni las voces en mi cabeza lo creemos necesario: para eso tenemos el blog.

Hoy es el turno de mi apatía por el deporte. Confieso que en algunas ocasiones salía a la luz una niña que sentía que de haber nacido un poco más arriba y a la derecha (o izquierda, total el mundo es redondo y por favor, no se sorprendan) o sea rusa, hubiera sido Chapi Comaneci.

Y es que cada que mi mamá me mandaba a hacer algo, que implicaba pasar junto a un sillón o junto a una cama, yo aprovechaba y me daba una marometa (acabo de buscar el significado de la palabra marometa, y resulta que no existe, he vivido una buena cantidad de años diciendo una palabra incorrecta, al mundo entero, lo correcto es decir: maroma).

Imaginarán que no era muy hábil, y no, no lo era. Me mareaba y muchas veces me caí, en el regreso ya no era tan veloz porque me salía sangre de la nariz o mi frente traía un chichón.

Pero la mayor parte del tiempo era apática, en la secundaria lo que todos los demás compañeros disfrutaban, para mí era un suplicio. Jamás disfruté la hora de educación física, creo que todavía lo recuerdo y me da miedo caerme, que me peguen con una pelota o tener que competir.

Mi papá no es como yo caray, él nos despertaba a las ocho de la madrugada en domingo para llevarnos a la deportiva -de él era falta de presupuesto, no de esperanzas como yo- para pasar un largo, larguísimo rato bajo el sol. Él intentando enseñarme a recibir un pase, yo tratando de evadir la pelota.

El pobre perdió las esperanzas hace muchos años. Si mis hijos son hiperactivos, los dejaré con su abuelito para que los ponga a jugar fútbol. Porque a parte de considerarse un excelente futbolista, cuando sintió que ya no podía practicarlo, decidió poner una escuela de fútbol para entrenar niños, entre los que estaba mi también apático hermanito.

Estoy segura que hay muchas personas como yo, el propio Julián, el único deporte que le gusta practicar es fútbol. La típica cascarita, aunque casi siempre llega quemado por el sol, con unos rasguños, moretones y una vez, con un dedo roto (lo que comprueba mi teoría de que el deporte de equipo no deja nada bueno).

Sin embargo, hay épocas en las que hasta los más apáticos hacia los deportes (sobre todo los que tienen que ver con una pelota) sentimos que somos más fuertes, rápidos y hábiles: las olimpiadas. Mientras veía la transmisión de una rutina en la barra de equilibrio, pensaba -Ahora que vaya a la deportiva (palabra clave: deportiva, ni siquiera planeaba mentirme con decir, en un gimnasio) voy a intentar hacer eso, se ve fácil-.

Por supuesto, los pensamientos se esfumaban cuando se caían o hacían unos giros. Cambiaban de ejercicio, volvían los pensamientos -ahh creo que los ejercicios de piso sí lo puedo hacer, nada más peso como 20 kilos más que ellas-.

Quizás en este momento están preguntándose de cuál fumé. Pero la verdad, es que me atrevo a confesar que esa demostración de habilidad física causa envidia, y mete en nuestro cuerpo el deseo de recobrar lo que algunos kilos de más nos han quitado: la posibilidad de hacer semejantes hazañas. Conozco quienes en las olimpiadas pasadas comenzaron a entrenar tae kwon do, y en esta compraron todos los aditamentos para ser nadadores.

Y no tiene nada de malo soñar, aunque me duela aceptarlo, Chapi Comaneci se quedo en un pasado, no volverá (menos desayunando molletes) pero me queda la alegría que sentía cuando me daba una maroma, cuando brincaba en las camas y aunque nunca ganaré una medalla todavía puedo correr rápido (para mi edad) subirme a una bici y disfrutar el aire en mi cara o tratar de ganarle a mi papá nadando (aunque mi papá ya no es para nada un jovencito) y de vez en cuando dar una maroma. Aunque termine con la cabeza dando vueltas.

Friday, August 29, 2008

Anónimo

Haré algo realmente cruel. Espero puedan perdonarme

tengo 18 años y actualmente tengo una pareja estable el cual tiene 22 llevamos aproximadamente 3 años y medio y no se tengo la plena sospecha de que soy infertil ya que nunka me he cuidado y el tampoco y nunca he quedado embarazada el fuma arto igual paro no creo que eso complique aparte un doctor me dijo que era ereditario pero igual quisiuera aserme un examnen pero mis amigas me dicen que soy muy chica y yo digo que nada que ver yo tampoco quiero esperar mas tiempo porque no quiero que me digan que es demaciado tarde.

La situación de esta chica es realmente alarmante. Su novio fuma arto!!!! Quiere aserce un examen para no enterarse demaciado tarde de que es infertil. Además, supongamos que es ereditario, que la infertilidad, se ereda y su mamá era infértil..., a ver que me lo explique más despacio.

Ya poniéndome el saco de seria, y evitando el sarcasmo, debe ser muy difícl afrontar un problema de infertilidad. No sé cómo lo sobre llevaría yo. Es un buen comienzo --después de tres años y medio de no cuidarse, para no quedar embarazada o adquirir una enfermedad de transmisión sexual (ay el sarcasmo)-- preocuparse por su salud sexual.

Que bueno que el comentario fue anónimo, que malo que se atravesó en mi camino. Ojalá, si así debe ser, que pueda tener hijos, cuando así lo decida y sea conveniente para ella y para el bebé.

Nota:
Antes de seguir con lo de la infertilidad hereditaria, encontré un artículo donde se explica que si el problema de infertilidad es genético, muy seguramente el hijo concebido in vitro también lo tendrá. En todo caso, pues sí es hereditaria, aunque el padre fue ayudado a concebir. Tendré que preguntarle a mi hermana (que sabe mucho, mucho más que esta pobre ignorante de su servilleta) para que me borre la sonrisa del rostro.
Ahh, y no crean que soy la maga de la ortografía, sólo me dio risa. Pero mala ortografía, hasta García Márquez.

Friday, August 22, 2008

A evitar traumas

El otro día escuché como una mamá le cantaba a su pequeño una ronda, o al menos así me lo parecía. Recordé la dichosa ronda y el trauma que había provocado en mí:
A Don Martín
tirirín tirirín
Se le murió
tororó tororó
Su chiquitín
tirirín tirirín
De sarampión
tororón tororón

Por supuesto que enfermarse de sarampión, después claro de adquirir el concepto de muerte, era lo peor que nos podía ocurrir. Caray a ¡Don Martín se le murió su chiquitín!!! ¡De sarampión!!!

Es por eso que decidí que no les cantaría a mis hijos esa canción del tal Martín, que no pudo hacer nada por su pobre chiquitín. Pero me topé con la muñeca vestida de azul, que a la mañanita la niña murio y con Mambru, que se fue a la guerra y no sabíamos si volvería.

Podía dejar de cantar, o buscar una solución que no dejara a mis hijos sin mi melodiosa voz. El resultado es este:

A Don Martín
tirirín tirirín
Se le rompió
tororó tororó
Su calcetín
tirirín tirirín
En el talón
tororón tororón

Unos pequeños cambios, con ayuda de mi mamá y del Juli, y la canción quedó cantable, apta para todo público.

Creo que podría ser parte de una asociación de mujeres Pro-faldasLargasYBlusasDeCuelloDeTortugaAntiMensajesNoAptosParaNiñosEntre0y7Años

Tuesday, July 22, 2008

Iguales, casi hermanas

Creo que debi llamarme Susanita


Wednesday, July 09, 2008

Nunca subestimes a Plaza Sésamo

Mi mamá, una persona de ideas extrañas como todas las mamás, no le gustaba que yo viera Plaza Sésamo. Decía que era para niños tontos, como mis primos menores. Así pues, no ví Plaza Sésamo, no todo lo que debería.

Podríamos pensar que es algo que no afectaría mi correcto desarrollo, y apesar de mis defectos notorios, parecía que en efecto, no lo había hecho.

Pero resulta que he perdido en más de dos ocasiones a Julián. Somos una especie de equipo de rally, en el que dada mi poca experiencia en la conducción me queda el papel de copiloto. Lo que hago mejor es dormirme, pero en ocasiones excepcionales en que Julián anda pérdido -digo excepcionales porque es como todos los hombres y NUNCA se pierde ni pide indicaciones- tengo que tener la guía roji en las manos y tratar de dirigir a Juli.

Hasta aquí, qué tiene que ver Plaza Sésamo...

-En la siguiente calle das vuelta a la derecha, y tomamos periférico en dirección a nuestra casa, no vayamos a llegar a Toluca..
-¿Segura?
-Sí...¿Por qué te vas para allá si te dije a la derecha -digo mientras levanto la mano que tiene mi anillo de bodas: la izquierda-? ¡Ay, ay, busquemos rápido un retorno!!

Juli me hace caso como un ejercicio de confianza, como para demostrar que cree ciegamente en mi, pero ahora antes de hacer lo que le pido, mira qué mano levanto mientras, seguramente , digo el nombre de la contraria.

Pero eso me pasa con todos los antónimos. Pregunto dónde está la basura orgánica, para tirar latas de atún y bolsas de plástico.

Pido bolsa de plástico en el pan, mientras en mi cabeza danzan bolillos entrando en la perfecta bolsa de papel (sé que plástico y papel no son antónimos, pero para el caso aplican) que, según yo, pedí.

Claro la música y el baile de los bolillos se detiene mientras veo como la muchacha de la panadería comienza a meter los bolillos en una bolsa de plástico, miro a Julián y le preguntó qué dije. Juli, con una risa ahogada me responde, a sabiendas que quería decir lo contrario.

Una de las favoritas para romper el hielo -pero que honestamente hago sin darme cuenta- es pedir el elevador en el 4to piso, subirme, presionar el botón, y notar, sin que sienta que movimiento alguno, que el elevador cierra y abre las pueras y llega al piso que le pedí: el 4to piso. Ocurre lo mismo esté en el piso que esté. Mi consuelo es que siempre sé en qué piso estoy, aunque no a cuál voy.

Otro gran ejemplo de mi deficiencia con los antónimos fue la semana pasada. Le preguntaba con insitencia al Juli por qué estaban apagadas las luces de afuera de los departamentos, mientras señalaba nuestro foquito, prendido. Él me miraba y me preguntaba qué quería decir. Yo repetía que por qué estaban apagadas las luces, y él miraba el foco -prendido-, me miraba, y repetía su pregunta, tratando de entender lo que tratabade decir. Gracias a Dios, después de 15 minutos de intentar explicarme, entendí que estaba diciendo apagadas, en lugar de decir prendidas.

Pero no todo está perdido, entiendo perfecto la diferencia entre arriba y abajo, adentro y afuera, entrada y salida. Sé que un día seré capaz de pedirle a julián que le suba hasta el máximo el nivel de agua del calentador, en lugar de pedirle que le suba hasta el mínimo y cuando ese día llegue, daré una vuelta a la derecha, al entrar al elevador y presionaré el piso al que voy, que queda arriba del mío, dentro del edificio.

Este post llego a ustedes gracias a la palabra antónimo.

Friday, May 23, 2008

Negación, negociación, súplica...



NatGeo y Pedigree lanzaron hace unos meses un concurso, en el que el ganador viajaría con su mascota a disfrutar de unas vacaciones a Miami, Florida. ¿Qué se tenía que hacer para participar? Mandar la foto de tu mascota.

Yo no participé, primero porque no me entere a tiempo y segundo porque no tenía (ni tengo) mascota. Pero por supuesto que vi fotos de perros, de todas las razas, tamaños y colores. Fotos tomadas por personas que aman a sus mascotas y que los consideran uno más de la familia.

Yo no era de esas personas que aman a los animales demasiado. Es más tachaba de raros a los que les daban un lugar más importante que a un ser humano.
Hasta que -regresando al concurso de pedigree y NatGeo- vi esta foto. Caray, mi hermanoa y yo nos enamoramos del Valentín. Y con esa foto comenzó mi penar.

Le pedí al Juli que me lo comprara, pero dado el alto precio que tienen los perros de esa raza dijo que no. Pero el precio no era más que el pretexto que escondía debajo muchas más razones para no tener un perro, entre ellas el reducido espacio en el que vivo.

A pesar de eso, se lo pedía a cuanta persona pensaba pudiera decir algo que me diera esperanzas. Y así lo pedí, hasta que un día platicando con Víctor me dijo con la mayor naturalidad, que tenía un cuate, que tenía un criadero de esa raza de perritos y que SIEMPRE le había querido regalar uno. Me preguntó si quería uno.

¡Ahhhh!!! Claro que sí lo quería, y mi hermana quería uno para mi sobrinita (aunque eso de es bueno el encaje pero no tan ancho siempre ha sido mi lema en la vida, deseaba tanto a ese perrito que no importaba)

Ya tenía el perro, ahora faltaba que el Juli me dejara tenerlo: fácil (Juli me consiente como si yo tuviera tres años).

La negación

Pues no, cuando le dí la buena nueva al Juli, él me dio a cambio un gran y rotundo no. No quería un perro en casa y argumentaba el perro necesitaba mucha atención que seguramente él o mi mamá terminarían dándole. Yo también usé la negación, negué que eso pasaría y le prometí (como suelen hacer los niños) que lo educaría, sacaría a pasear todos los días, lo cepillaría y lo bañaría.

Y por más convincente y madura que intentaba mostrarme nada parecía funcionar con Julián. Incluso llegué al llanto -una herramienta que a veces se sale de nuestro control y lloramos de todo y para todo- pero con verdadero sentimiento por ver que algo que deseaba tanto, mi querido esposo se negaba a complacerlo.

La negociación
Y como también soy necia, pues no cancelé el pedido de los perritos. Y dejé que el tiempo hiciera lo suyo. Además mi mamá me dijo que ella lo aceptaría ya que el Juli no me dejaba tenerlo conmigo.

El tiempo pasó, y la llegada el primer perrito se acercaba a gran velocidad. Entonces Julián cambió su táctica: ahora negoció conmigo.

Mi mamá ha tenido algunos problemas de salud, y aunque gracias a Dios no son graves, lo ideal es que ella no trabaje demasiado. Ese fue el primer gol que el Juli metio: cómo permitiría que mi mamá se hiciera cargo de él.

Después, yo intenté remontar el marcador un un poco de chantaje:

Pocas cosas en mi vida deseo tanto como ese perrito Julián, incluso ya le puse un nombre, y no entiendo cómo no eres capaz de complacerme.

Creo que he olvidado una de las bases del código femenino y he sobreutilizado esa herramienta que el Juli pudo parar ese tiro. Me respondio que él hace todo lo posible por hacerme feliz pero que en esta ocasión me pedía que fuera yo la que sopesara mi amor por él y aceptara y entendiera que no podíamos tener ese perrito. Gancho al hígado (eran muchos deportes en juego).

Usó muy buenos argumentos y acordamos que el perrito estaría en casa de mis papás y yo me haría cargo de él en lo que mi tiempo permitiera. Juli creía que para mí el perrito sería un capricho que con el tiempo y unos zapatos -que estaban en el trato a cambio del perrito- se calmaría.

Pero no contaba con lo testaruda que es su esposa, y el pedido del perrito se mantuvo, claro bajo las condiciones de que no estaría en el departamento y que se subiría en el coche en una cajita que él mismo fabricaría (era un gran paso: Julián le haría una cajita de madera para el coche)

La súplica
Y como el tiempo corre que corre llegó el prometido día en donde se entregaría el primero de los dos perritos que Victor me regalaría. Cuando faltaban sólo dos días para la fecha Juli me miro a los ojos y me pidio por favor, con una inmensa ternura, que no trajera al perrito, que le inventara algo a Vic, pero que no lo llevara. Yo le sonreí y le respondí que él (Julián) y yo habíamos hecho un trato y yo no lo rompería.

Trato de entender las razones de Julián, y lo que me ha dicho al respecto es cierto, mi mamá no debe trabajar de más, el espacio es muy pequeño, no debo dejarlo solo y el perrito (Titán) debe ser tratado como respeto no como un juguete.

Por otro lado, mientras el perrito se hacía del rogar para llegar, mi hermano trajo a casa su nueva mascota y es un perro simpatiquísimo. Activo y juguetón. Creo que eso puso en contacto a Julián con algo que yo había descubierto mientras él me negaba al perrito: la felicidad que una mascota te puede dar.

Las mascotas tienen una gran similitud con los niños, son inocentes y te dan un amor desinteresado. Siempre están dispuestos a jugar y a pesar de que los regañaes no te guardan ningún rencor.

Bruno, así se llama el perro, áyudó a que Julián descubriera todo lo que una mascota te puede dar.
Y llegó el día, Vic me llevó al perrito en una bolsa de tela y cuando salio comenzo a jugar y a pelearse con Bruno. Es un perro muy lindo y su tamaño inspira una gran ternura.

Paula, mi sobrina, deseaba tener una mascota que caminara porque, según sus propias palabras, ya tenía una mascota que nadaba (su tortuga) y una que volaba (una periquita) y ahora quería una que caminara. Así que Titán se fue a su casa mientras llegaba la perrita que sería para ella, pero decidió cambiarle el nombre y me temo que también el dueño. Esta tan contenta con su perro que se le ve en sus pequeños ojitos (en la foto se parecia toda su ternura por Zoboo).

Mi mamá, con sus nietos en casa es muy feliz, me gusta escucharla riendo mientras los mira jugar juntos. Resumiendo, todos en casa, incluyendo al Juli, adoran a los dos cachorritos. Y podemos ver como poco a poco se vuelven parte de la familia.
Mientras tanto agradezco que Vic sea tan buena persona, que tiene amigos que son capaces de entregarle dos cachorritos y confiar en que Vic, a su vez, tiene una amiga que le dara un hogar. Soy muy afortundad de tenerlo como amigo.

Sé que Julián poco a poco ha cambiado su postura, se negó, negoció y suplicó. Quizás con el tiempo Juli acepte que el perrito que está por llegar viva conmigo. Ya ha visto que no es un capricho y me haría muy feliz y (sin chantaje de por medio) a Juli le hace feliz hacerme feliz.
Tal vez sea él y no yo, quien rompa el trato, para mi conveniencia. Con el tiempo y un ganchito

Friday, May 09, 2008

Tu nombre es un nombre común

Hace muchos años yo fui niña. No fui la más traviesa, ni tampoco la mejor portada: fui una niña normal. Me caía cada que salíamos a educación física y siempre anduve con las rodillas rojas y con costras. Lo peor de todo es que no me caía cuando jugabamos fútbol o teníamos que correr, no, la inútil atléticamente se caía cuando salía del salón, justo en el escalón que dividía el patio del área de salones.

Tampoco, como es de suponerse, fui superdotada para el baile. Superdotada es una exageración, ni siquiera fui dotada. Pero a pesar de que tengo dos pies izquierdos, una pierna más corta que la otra y soy conocida como la mujer sin ritmo (caray me debería echar una porrita, será en la siguiente oración), bailaba con entusiasmo en cada festival que se organizaba en mi escuela.

Y baile de todo, el baile de los palomos, Jesusita en Chihuahua, algo con faldas largas, etcétera. Pero mi escuela no era la que más festivales organizaba y ahora que soy grande (de edad) pienso que me hubiera servido para estimular mis casi nulas capacidades artísticas.

Al crecer, pasamos por un largo proceso de moldeo social que nos convierte en adultos más o menos normales. Nos hace fingir ser valientes en la oscuridad, sobre todo si estamos junto a un niño, aunque conozco pocos adultos que realmente hayan superado el miedo a estar a oscuras. Y a veces nos convencemos que el trabajo siempre es más importante y que no podemos combinarlo con la familia.

Para mí, mi trabajo es importante, pero me hice una promesa que no pienso romper: cuando tenga hijos jamás me perderé uno de sus festivales. No importa si no saben bailar, si olvidan la letra al final y si sólo mueven la boca al ritmo de la canción. Yo iré, estaré en primera fila y sentiré lentamente como mi corazón se hará como chicle de yerbabuena -así muy dulce y refrescante dentro del pecho- cuando me digan ¡gracias mamá!!

Imagino, tengo que usar este recurso porque mi mamá no es de lo más sentimental, que mi mamá también se sentía así cuando nosotros le hacíamos un portaretratos con sopas pintadas con vinci. Tiene guardadas algunas cartas en donde desbordabamos todo ese amor infantil hacia ella y fotos de nosotros en los más ridículos trajes (obvio yo me veía preciosa de mariposa).

Recordé la parte de los festivales porque mi sobrinita tuvo el suyo el miércoles pasado y, aunque esta vez no pude asistir, disfruté su cara de felicidad por haberle dado un regalo a su mamá. Regalo que, por cierto, estuvo condicionado a que mi hermana se portara bien para poder recibirlo y a que, si quedaba muy bonito, se lo regalaría -a Paula-.

Mañana será día de las madres, y ahora con mi nueva vida de casada es muy difícil tratar de consentir a mi afachada -es decir cada vez más parecida a mi abuelita Facha- madre. No recibirá un baile espectacular, ni un portallaves con flores, solamente un regalo y lo que siempre intento darles a mis padres: mi agradecimiento por convertirme en lo que soy, para bien o para mal, soy muy feliz y ellos tuvieron una gran parte de culpa.

Ojalá se le haga de chicle de yerbabuena el corazón a mi mamá al leerme cuando le escribo ¡gracias mamá!!! (también papá pero esperemos un mes)

Tuesday, April 08, 2008

La reencarnación

Como católica, sólo tengo una oportunidad para hacer las cosas bien. Es ahora o nunca. No existe realmente esa posibilidad de arreglar las cosas que salieron mal en una vida previa. Y debo tener bien claro que tampoco puedo dejar tareas inconclusas para que quien re-utilice mi alma pueda terminarlas.

Pero esa idea de la reencarnación se ha dado por el continuo contacto con otras religiones y creencias. Los filosofos también han hecho su trabajo y puesto un granito de arena para acrecentarla.

Hay quienes piensan que en cada vida nos vamos perfeccionando, mejoramos el alma a través de sus continuas reencarnaciones. En cada uno de nuestros intentos vamos acumulando puntos que son validos para la siguiente vida, justo como en el juego de Mario Bros.

Están también los que creen que dependiendo de las acciones de tu vida actual reencarnaras en un nivel inferior -como animales o insectos- un nivel intermedio -los seres humanos, o un nivel superior, cercano a la divinidad.

En mi opinión, reencarnar en un animal no es inferior a los seres humanos, es una especie de purificación del alma, un estado de inconciencia espiritual, en donde lo que haces es justificado por tu condición de animal -no hay que asociar el ser humano con ser civilizado- .

Si yo creyera en la reencarnación, y supiera que reencarnaré en un animal, elegiría a un elefante. La principal razón es que son seres sociables, su excelente memoria -lo ven, sería un perfeccionamiento de mi vida- y los lazos familiares tan estrechos que mantienen.

Y como últimamente me siento reportera de bizbirije, le pregunté a todos mis amigos en qué querían reencarnar y las respuestas muestran un poco de su personalidad.

Julián, por ejemplo, eligio ser lobo porque le gusta la forma en que se relacionan, su forma de vivir y la organización de su comunidad: es una persona familiar y sociable. Mariela, por su parte, desea ser caballo (aunque la primera vez que le pregunté, la respuesta que escuche fue que quería ser jabalí, y pense que cada quien tenía derecho a ser lo que quisiera, aunque tuviera que comer insectos viscosos, pero sabrosos), admira su belleza y espiritualidad, pienso que es un aspecto que ella le gustaría explorar en su vida, el arte, la música, la danza, etcétera.

Selene, mi hermana eligió a los gatos, por su misticismo, es algo que a la mayoría de las mujeres nos gustaría proyectar y ella no es la excepción. Angel, a los tigres, por el sigilo para cazar y su vida solitaria, aunque él es muy sociable. También hubo quienes se decidieron por un animal por sus características físicas, como Saul, que reencarnará en un búho, porque puede girar su cabeza casi 300° y porque tienen una vida nocturna. Hubo alguien que eligio al cerdo por tener un orgasmo de 30 minutos, pero me pidio que guardara su anonimato. Y Ahui, mi hermano menor quería ser tigre, después ornitorrinco, y finalmente, oso panda. Supongo que la vida le dará espacio para que se encuentre con su verdadero animal gemelo.

Quisiera poder dar premios a las mejores respuestas, y estarían casi empatados mi hermano Is y Moy; Is me dijo que eligiría ser perrito, porque siempre ha tenido la duda de por qué andan todo el tiempo con prisa y parece que sus decisiones no son por azar sino que tienen algo que hacer, cruzan puentes o intentan atravezar las calles sólo en búsqueda de su objetivo. Y por su parte, Moy, quiere ser ballena azul para poder cantar fortísimo, justo como le encanta hacerlo ahora.

Me faltan algunas respuestas, que quizás más tarde actualice. Mientras tanto pienso y repienso, y sé que no es una muestra representativa, pero al menos pude ver un poco más allá de lo que su parte humana me deja ver.

Y aunque mi pregunta me dio mucho en que pensar, regreso a la triste realidad en donde sé que tengo que procurar ser lo mejor que pueda, porque en el juego de Chapi Bros, sólo tengo una vida y no he encontrado el mundo en donde puedo hacer al menos una más.

Tuesday, March 25, 2008

La vida después de los 26

Luna que se quiebra sobre la tiniebla de mi soledad

Hoy, como desde hace 26 años, estoy celebrando mi cumpleaños. Aún no me cuesta trabajo decir mi edad, y creo fervientemente que nunca me dará pena.

Hace unos meses conocimos a una viejecita y mi papá, mi siempre indiscreto papá, le preguntó su edad. Ella, sin ningún tapujo, le respondio que 81, bueno, corrijió, acababa de cumplir 80 el mes anterior, pero a sus años prefería contar adelantada.

Yo, como ella, soy una persona que ansía su cumpleaños. Desde que era pequeña en cuanto el calendario se cambiaba de febrero a marzo, yo comenzaba con las celebraciones de mi cumpleaños. A todo aquel al que le interesaba, incluso aunque no, le recordaba la fecha que se acercaba.

Pero este año, por alguna extraña fuerza, no prendí los reflectores hacia mi, ni activé la alarma de mi cumpleaños y dejé que las personas olvidarán él. Creo que escuché a un angelito pidiéndome les diera vacaciones de mi, después de tanta atención que recibí el año pasado con la boda. O quizás fue mi diablito que me aconsejo que dejara que solitos se acordaran de mi cumpleaños.

¿Será acaso que quiero madurar?

Seguramente ustedes, igual que la mayoría de las personas, ocupan una fecha en particular para hacer un balance, para detener un momento el reloj -que en realidad nunca podremos detener- y girar para observar lo que hemos construido hasta ese punto.

Es el momento en que todo lo que he dicho, hecho y pensado golpea contra mi cuerpo cuando me detengo y puedo verlos pasar como un ventarrón que lleva en él todo lo que es mi vida. Lo observo con el corazón agitado sin saber exactamente por qué. Me arrastra a pesar de que no quiero.

Puedo intentar ser una nueva mujer cada semana, cada mes. Pero en realidad nunca lo logro. Y hoy, a pesar de que sé que es una oportunidad para comenzar de nuevo no quiero hacerlo. Y la simple y sencilla razón es que lo que he recorrido ha valido la pena.

Decir el tigre es decir los tigres que lo engendraron, los ciervos y tortugas que devoró, el pasto de que se alimentaron los ciervos, la tierra que fue madre del pasto, el cielo que dio luz a la tierra.

Entiendo, soy lo que vivi, lo que dije, hice y pensé. Lo importante es saber que todo lo que hago tiene un eco (ando muy violadora de derechos de autor) y que diga lo que diga, haga lo que haga y piense lo que piense, será responsabilidad mía y de nadie más.

El ser mejor persona depende de mí, y construir y realizar los más elaborados sueños estará en mis manos. Saber también, que tocaré con mi vida algunas más y seré parte de ese gran ventarrón que pasa cerca de ellos cuando deciden hacer un corte de caja.

Hoy es mi oportunidad y agradezco a Dios vivir un día más, no importa si es aniversario o no, tengo esa dicha de estar viva y poder ser feliz.

Sí, decididamente es un paso hacia la madurez. Pero como la madurez y yo no nos llevamos bien del todo, aquí dejo este recordatorio -sutil, pero recordatorio-, de que no cambio y amo los regalos y la atención.

Thursday, March 13, 2008

Mi vida pasada

Google tiene de todo, incluso ahora tienen un adivino que puede determinar las caracterísitcas de tu vida pasada.

Los resultados fueron algo sorprendentes, parece que en mi última encarnación, anterior a ésta, fui hombre. No era latinoaméricana, sino que nací en Gales en 1825. Y en esa vida sí pude dar rienda suelta a mis instintos asesinos porque era guerrero, cazador, pescador o ejecutor de sacrificios.

Es importante mencionar que en esa vida siempre me gustó viajar e investigar. Podría haber sido un detective o un espía. Pero claro, el camino sangriento me resultó más atractivo.

Esa vida me dejó una lección por aprender: superar la envidia y la ira primero en mi y después en aquellos que me tomen como guía.

¿Cómo les quedó el ojo? Estoy planeando dejarle a mi siguiente encarnación varias cosas para aprender. En ésta ya se superó eso de ser ejecutor de sacrificios; todavía soy muy broncuda pero eso debe mejorar pronto, al menos antes de que me rompan la boca.

Mi siguiente encarnación deberá tratar de superar esa necesidad de hacer siempre su santa voluntad, yo no creo lograrlo aunque sí voy a intentarlo.

Tuesday, March 11, 2008

Feminismo II

Llegue al manual de buena esposa de la entrada anterior, buscando una noticia sobre unos cursos que se imparten en la Cd. de México para ser una buena esposa. Las clases incluyen bordado, tejido, costura, cocina, jardinería y etiqueta.

No encontré mucha información al respecto, sino repeticiones en blogs de la misma noticia que había leido. Lo sorprendente no fue la falta de difusión, sino cómo muchas mujeres se sentían ofendidas ante tales cursos. Sentían, o sienten, que les quitan un derecho y que las mujeres que asisten a ese tipo de clases, son, o aparentan ser, tontas y superficiales.

Tenemos una enorme fortuna al ser mujeres (en realidad con el simple hecho de ser humanos y razonar): podemos elegir. Elegimos ser tan capaces como un hombre y esta misma comparación sale sobrando, porque ellos también son tan capaces como una mujer y nos coloca como debe ser, como iguales.

Pero esta igualdad no debe ser la bandera en la cual enrollarnos para tirarnos del castillo. La igualdad en nuestros derechos y obligaciones. Pero diferencias esenciales que condimenten nuestra convivencia y nos hagan valorar la compañía de una persona del sexo opuesto.

Podemos, también, elegir entre los dos mundos que parecen tan opuestos. Entre las labores típicamente femeninas, y el ocupar el nicho que con mucho trabajo nos dejan los hombres. No encuentro la parte humillante de subir el dobladillo a un pantalón, preparar pay de queso con zarzamoras o lavar la ropa para que quede suavecita para cuando la use alguien a quien amo.

La fortuna de ser mujer también incluye disfrutar de ambos mundos. Combinarlos y aprovechar el conocimiento y desarrollo que cada uno de ellos nos ofrece. No es justo negarlos y aborrecerlos por un feminismo mal entendido.

Tengo muchos momentos de felicidad y satisfacción en mi vida como mujer; cuando me felicitan por mi trabajo, cuando en la escuela obtengo una buena calificación, cuando el pastel se despega de la charola, cuando mi sobrina sonrie al usar el disfraz que le hice, cuando unos zapatos de tacón me hacen lucir más delgada, cuando Julián disfruta la cena que le preparo y un largo etcétera.

La evolución es un proceso lento, en el que las especies se van perfeccionando para adaptarse cada vez mejor a su ambiente. Dentro de este proceso no se desechan los avances y capacidades -funcionales- ya adquiridas sólo por adquirir nuevas capacidades; todo lo contrario: se explotan y perfeccionan.

Yo como mujer es lo que espero, evolucionar, y ser un eslabón de una larga cadena que perfeccione nuestro género, no de aquella que lo convierta en una copia del de ellos.

Friday, February 29, 2008

Feminismo I

A good marriage would be between a blind wife and a deaf husband.

- Honore de Balzac


Hemos avanzado mucho en materia de equidad de géneros, al menos en lo que a mi respecta. Soy una mujer que trabaja y que comparte la responsabilidad de hacer las labores del hogar con su esposo.

Qué pasaría si todavía fuera mal visto que las mujeres estudiaran una carrera universitaria, que trabajaran ocho horas al día y que dejaran a sus hijos pequeños al cuidado de desconocidos en una guardería.

Me imagino, como Marga López, vestida con una ajustada blusa y una falda estorbosísisma, en espera de mi amado esposo -que seguramente gana muy bien- para escucharlo -puesto que sus temas son más importantes que los míos- y hacerle la vida más fácil.

Me encontré el siguiente manual de la buena esposa, y lo utilizaré como introducción de un post que planeo publicar más adelante (caray, pero si me siento la mismísima Carmen Aristeguí).

Espero les guste y se alegren de que, aunque no lo parezca, la situación ha cambiado para bien.
  • Have dinner ready. Plan ahead, even the night before, to have a delicious meal ready, on time for his return. This is a way of letting him know that you have been thinking about him and are concerned about his needs. Most men are hungry when they come home and the prospect of a good meal (especially his favourite dish) is part of the warm welcome needed.
  • Prepare yourself. Take 15 minutes to rest so you'll be refreshed when he arrives. Touch up your make-up, put a ribbon in your hair and be fresh-looking. He has just been with a lot of work-weary people.
  • Be a little gay and a little more interesting for him. His boring day may need a lift and one of your duties is to provide it.
  • Clear away the clutter. Make one last trip through the main part of the house just before your husband arrives. Gather up schoolbooks, toys, a paper, et cetera, then run a dustcloth over the tables.
  • In the cooler months of the year you should prepare and light a fire for him to unwind by. Your husband will feel he has reached a haven of rest and order, and it will give you a lift too. After all, catering for his comfort will provide you with immense personal satisfaction.
  • Prepare the children. Take a few minutes to wash the children's hands and faces (if they are small), comb their hair, and, if necessary, change their clothes. They are little treasures and he would like to see them playing the part.
  • Minimise all noise. At the time of his arrival, eliminate all noise of the washer, dryer, or vacuum. Try to encourage the children to be quiet. Be happy to see him.
  • Greet him with a warm smile and show sincerity in your desire to please him.
  • Listen to him. You may have a dozen important things to tell him, but the moment of his arrival is not the time. Let him talk first - remember, his topics of conversation are more important than yours.
  • Make the evening his. Never complain if he comes home late or goes out to dinner, or other places of entertainment, without you. Instead try to understand his world of strain and pressure and his very real need to be home and relax.
  • Your goal: try to make sure your home is a place of peace, order and tranquillity where your husband can renew himself in body and spirit. Don't greet him with complaints or problems. Don't complain if he's late home for dinner or even if he stays out all night. Count this as minor compared to what he might have gone through that day.
  • Make him comfortable. Have him lean back in a comfortable chair or have him lie down in the bedroom. Have a cool or warm drink ready for him. Arrange his pillow and offer to take off his shoes. Speak in a low, soft, soothing and pleasant voice.
  • Don't ask him about his actions or question his judgment or integrity. Remember, he is the master of the house and as such will always exercise his will with fairness and truthfulness. You have no right to question him. A good wife always knows her place.

Source: "The Good Wife's Guide" Housekeeping Monthly 13 May 1955.

Thursday, February 21, 2008

Desenchufando el cerebro

Juli: ¿Cuánto pesa un elefante?
Yo: ¿Por qué?¿¡¿¡Me vas a regalar uno?!?!?! Le voy a poner Dumpy
Juli: No, sólo preguntaba.

Yo no le creo, esa pregunta viene con alguna intención oculta. Hay varios cabos por ahí sueltos. Primero, mi animal favorito es el elefante. Segundo, mi cumpleaños se acerca y tercero, me pregunta sobre el peso de los elefantes cuando vamos en el carro rumbo a casa.

Como soy una mujer prevenida, decidí inmediatamente el nombre. Le llamaré Dumpy porque es el nombre que él eligio cuando lo imagine tocando a la puerta con un moño enorme en su cabecita.

Ahora, lo siguiente es elegir dónde dormira. Hay un espacio en casa para un coche, es un poco pequeño pero si cabía un coche seguro Dumpy puede dormir ahí . Y la solución que encontré para la comida es todas las mañanas rumbo al trabajo, llevarlo a la Central de Abastos para que le regalen fruta y verduras.

Digo rumbo al trabajo porque haré que me lleve a trabajar, dicen que recorren grandes distancias. Sólo tendré que levantarme un poco más temprano, quizás sólo tres horas más temprano para salir de casa a las 3 de la mañana. Si alguien nos echa lámina lo único que haré es susurrarle en su orejita que le de un patadón en su cajuela.

Dejaré que los niños jueguen junto a él, y cuando haga calor los bañe con su trompa.


Será una gran mascota, y gracias a Dios jamás he sido de esas mujeres que cargan su mascota en la bolsa.

Me faltan algunos detalles para tener su estancia en mi casa bajo control. Y cuando llegue a casa, fingiré sorpresa, aunque ya sabía que Dumpy sería mi regalo de cumpleaños.



Friday, February 15, 2008

El amor, la amistad y la mercadotecnia

Hice una pequeña encuesta entre mis amigos para saber si ellos celebrarían el día de San Valentín. Como suele suceder entre los amigos, tenemos en común muchas cosas, entre ellas que pensamos que es una fecha meramente comercial -y yo agrego que extremadamente cursi-.

Yo pensaba que las personas que son inmaduras y superficiales son las que lo celebran. Seguramente esas personas que acabo de etiquetar, me tienen etiquetada como amargada y sola.

Me he caracterizado por ser anti corazones rojos y peluches gigantes. Me irrita no poder comprarle un chocolate al Juli (como procuro hacer siempre que tenemos clase) o un globo a mi sobrina, porque los precios están elevadísimos por un montón de personas se dejan llevar por lo que la mercadotecnia les impone.

Digo pensaba porque algo hizo que cambiara mi forma de ver. No, no fue Julián con una docena de rosas o con un globo en forma de corazón que no cabía en la parte trasera del coche.

Fue alguien más y sucedió más o menos así. Yo estaba en mi salón de clase, afuera estaba sentada en una banca una chica con una bolsa con regalos y un globo enorme en forma de corazón con una vaca abrazándolo. Mientras la observaba pensaba que se requiere mucho valor o muy poco conocimiento de un chico como para regalarle un globo enorme en forma de corazón con una vaca abrazándolo.

Julián me llamó y me pidio que saliera, pues mis papás lo habían llevado a la escuela y quería que los saludara. Cuando salí, mi mamá y él se estaban riendo y me decían que por qué no me había apurado, que al Juli se le había escapado mi globo. Voltée y no vi nada, pero ellos me contaron que un globo había pasado cerquitísima de ellos y llegó un punto en que pasó tan bajo que alguien lo pudo tomar.

Entramos nuevamente al salón y la chica seguía sentada afuera, con su bolsa de regalos, pero ahora sin su globo. Me doy cuenta de que no tiene globo (no me caracterizo por mi astucia) y miro a Julián mientras le pregunto cómo era el globo que vieron; él responde que era un globo enorme en forma de corazón con una vaca abrazándolo.

Primero me dio risa, para no fallar en mi fama de cruel, pero después me puse a pensar poniéndome verdaderamente en sus zapatos. Y descubrí que si para mí -en el papel de ella- un día podía ser muy especial como para arreglarme más de lo normal, cargar una bolsa con regalos y comprar un globo enorme en forma de corazón con una vaca abrazándolo, debía ser también muy difícil ver como mi sorpresa, en la que había puesto tanto esmero, se perdía en el cielo.

Su valentín tardó en llegar, y ella seguía esperándolo, sin frío y sin prisas. Cuando él llegó le trajó como regalo un oso de peluche en una canasta con un globo de corazón (originales los muchachos). Estuvieron un largo rato sentados, platicando y después se fueron.

Cada persona es libre de celebrar y de esmerarse en sorprender a su pareja. Sé que los restaurantes están atiborrados, los precios por los cielos y el tráfico vuelto loco. Pero debemos encontrar lo bueno que cada día pueda darnos, la enseñanza que de él podemos tomar.

Me quedo con mi etiqueta de amargada orgullosamente colgada en el pecho, pero no sola. Y ya no les dejo -a quienes celebran San Valentín- con su etiqueta de cursis. Para ellos la mercadotecnia es una leyenda urbana, o quizás si crean que son manipulados, pero no les importa. Lo único que les importa es que ayer tuvieron un pretexto para no sentirse extraños caminando por los pasillos de una escuela con una canasta, un oso de peluche y un globo en forma de corazón y de esta forma consentir a la persona que aman.

Y hacer feliz a quien amamos debería ser nuestro objetivo en la vida.

Friday, February 01, 2008

La compañía

Dicen que a los amigos se les conoce en la enfermedad. Que los verdaderos amigos estarán ahí, para ti cuando los necesites realmente, a veces incluso sin que los llames.

Yo no estuve para acompañar a Juli cuando se despidio de su abuelita, ni con Mariela, pero porque aún no los conocía. Estuve con Selene y Juanjo cuando toco el turno de la abuelita de Juanjo. Procuré estar también con Saul, el mejor amigo de Julián.

Por ahora sólo me ha tocado acompañar a mis amigos a despedir a sus abuelas. Los abuelos son parte importante en nuestra vida, son cómplices de nuestras travesuras y a veces nuestra tabla de salvación ante la furia de nuestros educadores padres.

Cuando tenemos que despedirnos de ellos duele y duele mucho. Pero hay un consuelo muy grande: se van plenos. Sabemos que concluyeron con sus planes, vieron crecer a sus hijos y en resumidas cuentas cumplieron el ciclo que, pensamos, venimos todos los seres humanos a cumplir.

Hace ya varios años murió el papá de una amiga de la universidad. Sabía que debía estar ahí, con ella, pero no quería ir, porque no me sentía lo suficientemente fuerte como para apoyarla y decirle algo que pudiera confortarla en ese momento. Además, era algo que iba en contra de lo que yo entendía natural. Asistí, la abracé y lloramos juntas.

Sé, con una combinación de miedo y dolor, que llegará el día en el que acompañaré a mis amigos a los funerales de sus padres, asistiré al de los míos -incluyendo a mis nuevos padres- y ruego a Dios que eso suceda en muchos años, cuando mis hermanos y yo seamos tan fuertes como ahora lo es mi mamá y sus hermanos.

Ruego también que mis papás puedan irse como lo hizo Fachita, con un corte de caja y sin pendientes. Disfrutando de sus nietos (e incluso bisnietos), y con lucidez para guardarlo en sus memorias.

Siguiendo con esa misma lógica, hoy acompaño a mis amigos despidiendo a sus abuelos, en unos años -muchos, muchísimos- acompañaré a mis amigos despidiendo a sus padres. Llegará el día entonces en que tenga que despedir a mis propios amigos, o quizás ellos me despidan primero.

El miércoles le tocó el turno a mi papá de despedir a uno de sus amigos. Tuve la mala suerte de tener que darle la noticia, entendí en su silencio que no lo creía, soltó un chingada madre y me preguntó si estaba segura. No quería estarlo, pero lo estaba.

Cuando llegue a casa me enteré que había sido el primero en llegar al funeral, que había ayudado a la esposa de su amigo a organizar la entrada del cuerpo a la capilla y le había servido de apoyo.

Ayer, finalmente, tuvo ganas de contarme por lo que pasó. Entró a verlo, aún sin ataúd, recostado en una fría sala mientras lo vestían -mi papá nunca se ha caracterizado por su prudencia-. Le tocó sus pies, se acercó un poco más y tocó su rostro mientras le decía adios campeón.

En ese punto del relato mi papá se puso a llorar. Lo he visto llorar muchas veces, incluso con las películas, pero sabes cuando es por empatía y cuando es por dolor. Lo abracé y aunque él piense que no lo hago, lo entiendo. Y sé que cuando ustedes, mis amigos, lean esto también lo entenderán.

Thursday, January 24, 2008

El tiempo pasa...

A veces pienso que en mi cabeza no almaceno videos de mis recuerdos, sino fotografías. Por supuesto fotografías con la mejor resolución que tiene capacidad mi cabeza.

Después, cuando quiero vivir nuevamente un recuerdo, a partir de esa fotografía comienzo a describirla a tratar de suponer las cosas que no son muy claras y el final es muy poco parecido a la realidad y varía de un momento a otro.


Me gusta mucho la fotografía, y quizás por eso elegí ese formato para guardar mis recuerdos. Pienso que esa imagen estática que a través de una cámara se inmortalizó permite que el sentarnos a ver fotografías sea más entretenido -para mi- que recetarme un largo video de XV años. Además nos permite rellenar vacíos con la imaginación.


Hace muchos años tomé una fotografía mental, decidí tomarla en blanco y negro porque era una imagen muy triste. Dos mujeres, una -de aproximadamente 70 años- lloraba con una mezcla de tristeza e incredulidad, mientras la otra -de unos 40 años- la abrazaba y contenía el llanto.


Eso fue todo lo que vi, y muy rápido porque yo iba en un autobús y ellas estaban paradas sobre la banqueta esperando un taxi. En realidad no sé si taxi o microbús, o quizás alguien las recogería para llevarlas a ver a su padre y esposo. Había tenido un accidente y les avisaron que tenían que llegar tan rápido como pudieran al hospital porque se encontraba muy grave, a sus 75 años una caída puede ser fatal. Esas dos mujeres lloraban cada una por razones distintas, la más anciana porque sabía que la muerte de su esposo la dejaba en soledad. En cambio, la más joven trataba de no llorar, porque sabía que ahora su madre y ella sólo se tendrían la una a la otra. Que en cuanto colgó el teléfono, después de escuchar la terrible noticia, había comenzado a ser el pilar de su casa.


La próxima semana se cumple un año de que mi abuelita falleció, y las fotografías de esos días, de días anteriores, comienzan a aparecer por todos lados en mi mente. Un año es mucho tiempo, un año de ausencia es más difícil de vivir que un año de alegrías. Pero si tratamos de usar la alegría para reponernos a la ausencia, un año de vida no es más que eso.


Aunque trato de evitarlo, cuando se me cruzan las fotografías me siento a verlas, lloro y rio un rato y después las vuelvo a guardar. Por suerte, hay más fotos que me gustan y me llenan de alegria que las que me entristecen.

Me imagino que a la mayoría de las personas nos pasa igual, o al menos debemos procurar que las fotos felices sean las mejor guardadas.

Tuesday, January 08, 2008

Cuando los reyes se van

La noche del cinco de enero era una de las noches más angustiantes y deseadas del año. Sabía que me había portado bien, pero no sabía qué tanto ¿Qué tipo de juguetes recibiría? ¿Cuántos serían? Mil preguntas pasaban por mi cabeza.

Una que a veces pasaba era, cómo sabrían los reyes magos que yo era yo y merecía lo que me daban... Realmente no era importante cómo lograban entregar juguetes en todo el mundo, por qué a unos niños les llegaban más o menos regalos o simplemente dónde dejaban el elefante, camello y caballo mientras hacían su trabajo de entregar juguetes.

Daba una y otra vuelta en la cama sin poder dormir, atenta al más mínimo sonido que pareciera de reyes de oriente -no sabía, ni me interesaba, cómo era el oriente, ni en dónde estaba; obviamente tampoco sabía cómo sonaba un rey de oriente-. Cerraba mis ojos intentando conciliar el sueño, pero la angustia era superior.

Después de varias horas sin poder dormir, por fín, lo lograba. Pero no por mucho tiempo porque a las siete de la mañana ya estaba frente al árbol jugando con mis regalos. Yo era una niña normal, una vez mi hermano menor bajó a las dos de la mañana a ver qué habían traído los Reyes Magos

Mis papás, que yo no entendía en ese momento por qué, con mucho sueño veían a medias mis juguetes y seguian en la cama.

Esa misma dinámica sigui durante muchos años, aún cuando yo sabía ya la verdad acerca de los Reyes Magos y algunas veces había husmeado para ver qué me regalarían.

En qué momento de mi vida irme a dormir temprano un 5 de enero, ya no fue importante ni causante de ansiedad, no lo sé. Es una noche como cualquier otra, en la que la ilusión por la sorpresa del día siguiente ya no existe, se desvanecio con muchas otras ilusiones -como el pensar que yo había inventado el juego de las carretillas-.

La vida es un ciclo, y hace muchos años yo era la que estaba dando vueltas en mi cama como lombriz con sal. Hoy es un día normal, que me sirve para darle regalos a mi pequeña sobrina y disfrutarla con SU ilusión. Y mañana me tocará un diferente rol en este ciclo: seré una hacedora de ilusiones en mis hijos.

Exprimiremos lo más posible la amenaza de la ausencia de juguetes si se portan mal. Pero lo más importante es que cultivaremos en ellos la esperanza de obtener una recompenza por sus buenas acciones.

Jugaremos el rol que nos toca, y esperaremos el 6 de enero con una ilusión, con diferentes matices, pero finalmente la misma ilusión.

Monday, January 07, 2008

Bye bye love, bye bye sweet

El 2007 fue un año que no podré borrar de mi vida. Tengo grandes lagunas en las que no recuerdo qué hice cuando tenía 10 años (quizás suene lógico tras ?? años, pero tampoco recuerdo muy bien lo que hice a los 17).3

A pesar de que fue como un torbellino, que entró a mi vida e hizo un desastre; tengo mucho que agradecerle y que no lo cambiaría. Recordemos que después de la tormenta viene la calma.

Al inicio se fue una de las personas que más quería. Pero siento que no la he perdido aún, porque la evoco cada que la extraño y ella viene cuando la necesito.

Además visité más iglesias que en la visita de las siete casas (es decir, cuando menos ocho) hasta que por fin me dieron permiso de casarme. Pasé gran parte del año en celebraciones pre-boda, y a dos centímetros de ponerme loca y romper invitaciones...

Al final, esa primer parte del año -los momentos estresantes - se borró , al menos por un momento, cuando vi la sonrisa del Juli, me tomó la mano y subimos juntos al altar. Tuve la boda de mis sueños porque a mi lado estaba, también, el hombre de mis sueños.

Para el año que viene tengo planes, deseos, ideas, gastos... pero mi principal porpósito es ser feliz y tratar de que las personas que amo sean felices.

Quiero al final -del día, año o de mi vida entera- sentir que viví tan intensamente como pude, que las personas extrañarán de mi lo que nadie más les podrá dar y que llené la vida de los que amo, como ellos llenan mi vida.

Julián, obviamente, es el regalo más preciado que la vida me dio y es lo que hace que aunque los torbellinos intenten destruir mi vida, vivirla, vale la pena.