Tuesday, May 12, 2009

Pedro Infante


Creci mirando todos los sábados a Pedrito -como suele decirle mi papá-. De las películas más famosas casi me sé sus diálogos, desde los más populares como ¡Yo maté a la usurera! ¡Pepe El Toro es inocente! y ¡Chachita, te cortaste el pelo!! hasta unos no tan conocidos pero no menos traumatizantes.

Y es que mi papá lleva esa tradición de sentarse a empedrarse viendo las películas de Pedro Infante desde que yo lo recuerdo. Y como Pedro era el actor más taquillero de la época hizo mil ocho mil películas, muchas de ellas en secuela. Así, si en la televisión pasaban A toda máquina, por poner un ejemplo, mi papá se quedaba picado y nos ponía ¿Qué te ha dado esa mujer? (grabada, claro está, de alguna otra ocasión en que la pasaron en televisión).

No sé si el cometido de mi papá era que nos volvieramos devotos de Pedro Infante, o si fue una consecuencia no planeada. La verdad es que a mis hermanos y a mi nos gustan sus películas, y lo decimos sin miramientos. Pero mi papá también heredó su amor por Pedro. Su mamá (la verdadera fan) lo amaba con locura. Tanto así que tenía un retrato de él en la recámara matrimonial, en la que también dormían sus hijos.

El día que Pedro Infante murió, ella estaba embarazada del que sería su cuarto hijo. Cuando mi abuelo llegó a su casa, ella estaba abrazada del retrato de Pedro, llorando cual Magdalena y diciendo que no soportaría la vida sin él, que quería morir. Mi abuelo, un hombre práctico, le pidió que no dijera tonterías y que guardara su llanto para cuando se muriera él. Quince días después, llevó a mi abuela al hospital pues nacerían sus bebés. Tomó 5 pesos que de su quincena, y se fue

Sé que muchas de las películas de Pedro infante eran realmente tristes, muchas aún no puedo soportar y es que parecía que los escritores se viajaban de más para hacer sufrir a los protagonistas y a los espectadores. Y no imaginamos, o no queremos creer, que dibujaban la vida afuera de los foros, que México era un país -y sigue siendo- en el que la pobreza es el guión de las vidas de los mexicanos.

Y así le sucedió a mi abuelo, cual película de Pepe el Toro. Ese mismo día en que había llevado a mi abuela al hospital le avisaron que su esposa y sus hijitos –gemelos– no regresarían a su casa. Se quedó solo, con tres hijos que hacer crecer. Cuida a tus hermanitos, le dijo mi abuela a mi papá, mientras le acariciaba la cara.

Ahora mi abuelo, mi papá y mis tíos son felices. Y pienso que ver las películas de Pedro Infante cada sábado es, para ellos, una forma de estar con su mamá un momento más. Además, para completar el cuadro, me gusta pensar también que Pepe el Toro encontro una mujer con quien compartir su vida y que Pedro Chávez y Luis Macías fueron amigos hasta la vejez.

Trato de que me sirva de experiencia, aunque honestamente nunca lo logro, que hay que cuidar lo que uno dice. Se es amo de lo que callas y esclavo de lo que dices.