Wednesday, November 30, 2011

Y dado que..

Dado que ya son las 4:30 y tengo media hora para salir y nomás no logro concentrarme, me he peusto a procrastinar, ¿por qué no? Estaba buscando unos correos electrónicos de hace un año, y me seguí con unos de más atrás. Lo que me encontré me arrancó una enorme sonrisa de oreja a oreja: un correo entre mi mejor amiga y yo. Yo le escribí "madrastra de Blancanieves" y ella, "madrastra de Cenicienta".

Ay sí, uy sí, qué padre. Qué puedo decir, soy una mujer súmamente sencilla. Pero no me dio risa nomás por qué si, sino que recordé todo lo que había detrás. Como cuando en una película el protagonista se encuentra un pedazo de papel en un libro y hace un flashback gracias a ese simple trocito de papel. Yo he evolucionado un poco, y fue electrónico, pero me causó un flashback al fin (por cierto, aprendí que se llama analepsis).

La ofensa que intercambiamos sucedió porque un día regañe a mi sobrinita y ella con todo el odio que cabía en un cuerpo de poco más de dos años me gritó: Madrastra de Blancanieves ─hace años obviamente, cuando aún vivía con mis papás, hermanos y también mi hermana con su familia, que incluía mi sobrina─. Era lo peor que existía en su mundo, y yo me merecía serlo por tratarla mal. Claro, eso supone que ella era Blancanieves y seguramente también supone que alguien la rescataría de mi. Después de eso, era la ofensa de la semana.

Me encanta recordar esos pequeños momentos de gloria que tienen los niños. Ese flashback me llevó a recordar cuando mi mamá solía amenazarla, por los mismos años, que si no comía le daría una chinga. Nunca le ha pegado, pero en ese entonces la amenaza era suficiente. Creo que ella no sabía ni qué era una chinga. Pero cuando podía usaba esa palabra, amenazaba lo mismo a mi hermano diciéndole que si no le ponía al programa que ella quería, le daría una china o le contaba a mi hermana, su madre, que se iba a apurar a comer porque de lo contrario su Mamana le daría una china.

Estoy segura que todos tenemos anécdotas chistosas, o que a la familia le parecen chistosas. Hay que aceptar también que aunque al círculo familiar derritan las ocurrencias de los retoños, no todos disfrutan escuchando las "nuevas" de los niños. Pero lo malo de haber crecido entre más niños, es que por más que interrogo a mi mamá con las técnicas más sofisticadas, no logra recordar anécdotas como esas. Con mi hermano, al que le llevo varios años, es distinto. Todos podemos recordar sus chorcolatas y al hombre murciégalo. Ya habíamos más "adultos" para grabar sus ideas alocadas.
 
Ahora, cada que veo a mi sobrina, noto todos sus pequeños logros y la se cada vez más grande, me doy cuenta que todos hemos crecido un poco a su lado. Auqnue nos aferremos a una imagen en el espejo que también cambia. El tiempo vuela para todos, más vale tener grabaciones suficientes de esos momentos gloriosos. Espero que Dios me de la oportunidad de tener hijos y llenarme de anécdotas melosas para avergonzarlos cuando crezcan. Dicen que ese derecho se estipula en la lincencia para ser madre.

Mientras, espero ansiosa el día en que mi sobrina lleve su novio a casa y yo pueda enseñarle los gigas de fotos que tengo de ella, vergonzosas y tiernas, y que pueda además, contarle todas las anécdotas que aún iluminan mis días. Volveré a ser la madrastra de blancanieves, aunque seguro ya se sabrá mejores ofensas.

Monday, September 05, 2011

Ni pa' ponerme los tenis y echarme a correr

Un día antes de casarme, ese fue el mensaje que tenía en mi mensajero. Ni pa ponerme los tenis y echarme a correr. Y no es realmente que tuviera dudas, estuviera nerviosa o quisiera realmente echarme a correr. Sólo me parecía que ya se había llegado la fecha que tanto esperaba y de pronto me encontraba a horas de por fin tener la boda de mis sueños.

Pero esa "broma" en mi mensajero hizo que alguien me preguntara si estaba segura de casarme. O sea, pensé yo, cómo puede ser que alguien haga toda la parafernalia de una boda si no se está seguro. Pero el cuestionamiento continuó y fue más directo. ¿Cómo sabía si Julián era el amor de mi vida? Mi respuesta fue muy simple, lo sabes. Esta persona no lo entendió tan simple y decidió dejarlo por la paz, dado que mis respuestas eran más filosóficas que consistentes.


Creo que la duda de las personas antes de casarse no es sólo si la persona con la que caminan hasta el altar es el amor de su vida. Sino que piensan en que puede llegar después otro que sea más el amor de su vida y perderselo por ya estar amarrados con el primer no amor de su vida. Y lo que los hace aventarse al ruedo, además de la presión social, es el miedo a estar solos. A despertar el resto de sus días esperando al más amor de su vida sin nadie a su lado que llene sus días. Lo que no entienden, o eso creo yo, es que es mejor despertar sólo esperando el verdadero amor, que al lado de alquien que no te llena.

Y es que casi como diría la mamá de Forrest Gump, el amor de tu vida es como el chocolate (en mi caso, ustedes pueden cambiarlo por la comida que más les guste en el mundo). Sabes que te gusta sobre cualquer otra golosina, no dudas cuando vas a comprarlo, no dudas cuando lo sacas de su empaque, no dudas cuando lo pones en tu boca y no dudas cuando lo saboreas. Y por supuesto, no dudas mientras lo recuerdas. Sólo lo sabes. Sabes que su sola presencia puede iluminar tu día.

Así me siento con Julián, y así lo he sentido desde que lo conocí. El mejor momento del día (como con el chocolate) era verlo. Sé que si él esta a mi lado, los problemas son menos difíciles y las alegrías más grandes (como el chocolate). Sólo se sabe, porque te late. Porque te lo dice el corazón (sí sí, ya sé que no es el corazón sino el cerebro, pero ese latido característico del amor es más romántico que cualquier maravilla que haga el cerebro) y porque no importa si no es como en los cuentos de hadas. Mientras dura, eres feliz. Obviamente al ser feliz y saber la causa de esa felicidad, nuevamente como con el chocolate, lo cuidarás para que dure un día, una semana, un mes...

El matrimonio no es fácil, estoy segura que la cenicienta se peleo con el príncipe porque no bajó (o levantó) la tapa del baño; que Bella  se irrita cada que encuentra los calcetines de la Bestia en la sala de televisión o que el principe Felipe se pone como energúmeno cuando Aurora no se levanta a hacerle el desayuno. Lo importante en un matrimonio es entender que es más importante el amor y sus beneficios.

Esta es mi filosofía del amor y el chocolate. Espero que no cambie, porque hasta hoy no quiero ponerme los tenis y echarme a correr. Porque no tengo a ningún otro lugar donde ir, si no es con Juli.

Nota:
Los pocos que lean esto, disculpen la miel, sólo es otra de mis teorías que surgen cada que tengo una sobredosis con chocolate. Ahh y también porque recordé una estadística que decía que en los últimos años, la tendencia en los matrimonios es que uno de cada dos, termina en divorcio. ¡La mitad! Creo que ese trámite tan caro (el de la boda) podría ahorrarse fácilmente si todos supieran que el matrimonio sí debe ser para siempre, pero no con el primero que te hace ojitos. Anden, busquen su comida favorita, y después a la persona que los haga sentir así todos los días, sin las calorías adiciolanes.


Thursday, September 01, 2011

¿En qué momento nos cargó la chingada?

Recuerdo bastante bien el libro de Octavio Paz, ese famoso ensayo sobre lo que significa ser mexicano, el Laberinto de la Soledad. Recuerdo el capítulo dedicado a la chingada, donde explicaba de manera muy detallada y argumentada que hagamos lo que hagamos, estamos chingados. Escrito hace tantos años, más de 60, no ha perdido su validez. Nos chingaron. O nos chingamos, la neta no sé si hay mucha diferencia.

Tiene mucho tiempo que no me siento segura en México. Veamos, intento recordar...debe haber sido cuando era niña. Aunque no tengo certeza. Ya desde que mi mamá me mandaba a la tienda, siempre iba corriendo. Como si fuera una competencia, me quería sentir más rápida, más hábil, pero sobre todo más segura. Las leyendas sobre un señor que vestía sólo con una cobija, viajaba en una combi y se robaba a los niños que jugaban en la calle (sic) me asustaban muchísimo, así que quería minimizar mi estadía fuera de mi casa.

La cosa cambió cuando se metieron a robar a mi casa, y nos sentimos tan asustados que ya no era nuestro refugio. La costumbre y la necesidad, pero sobre todo nuevas precauciones, me hicieron volver a ver a la casa de mis papás como mi refugio.

Esta larga historia viene al caso, porque desde que recuerdo la Ciudad de México había sinónimo de inseguridad. Los provincianos se encomendaban a todos los santos antes de pisar suelo chilango y veían a todos con desconfianza. Cuando alguien me decía que cierta ciudad le parecía insegura, siempre bromeaba diciendo que había pisado Tepito, nada más peligroso. Ilusa

Cuando hace cuatro años comenzó esta dichosa guerra contra el narco, las noticias me parecían lejanas y por lo tanto risibles, esta tonta condición mexicana de ser capaces de reirnos de nuestra desgracia. Fue atrapado un importante narcotráficante en una narco fiesta...yo lo complementaba en mi cabeza imaginando su narco piñata, con el narco payaso, los narco dulceros y el narco pastel. El prefijo narco podía aplicarse a todo lo que un narco tocaba y de lo que se apropiaba.

La gracia, hasta cierto punto el brillo de esos personajes tan de fantasía, desapareció cuando se hicieron reales. Cuando la narco cultura se metió en todos los rincones de nuestro país y ya no es tan lejano. Ahora me aterra, de cerca. Además de la gracia, también cambió ese sentido de seguridad que daba la provincia y que al Distrito federal tanto le faltaba. Ahora las cosas parecen estar al revés, y estamos seguros en esta enorme ciudad, perdidos en el anonimato.

Pero, ¿hace cuatro años nos cargó la chingada?. No estoy del todo segura.

Pero tampoco quiero asegurar que ya nos cargó la chingada. De que la sociedad ha llegado a tal nivel de descomposición, en que ya no somos capaces de sentir empatía. En que ya no somos capaces de hacer nada por nosotros. Todos los días ruego a Dios que esta situación mejore. Que nos aleje del peligro.

No he perdido la fe de que México será el lugar donde mis hijos crecerán y que lo llegarán a querer tanto como yo, que todavía pienso que México tiene esperanza. Gran parte está en nosotros.

Tuesday, June 28, 2011

Las caricaturas siempre me hacen llorar


Cuando yo era niña, no estaba de moda todo este asunto de la psicología, la terapia y los niños hiperactivos. Si un niño era muy travieso, sus papás lo castigaban de la forma más creativa que encontraban y no se molestaban en suponer la hiperactividad. Si un niño reprobaba, sufría la humillación púlbica de llamarse el burro y nadie pensa que podría tener trástorno por déficit de atención. Los niños eramos niños, y casi todo se remediaba con unas buenas nalgadas o repeticiones interminables de las tablas.

Obviamente hemos avanzado bastante al respecto, pero tengo mis dudas sobre el beneficio que tiene sobre los niños que no sufren ningún desorden psicológico que les impida desarrollarse plenamente (quería poner normales, pero pensé en lo discriminadora que me leería). Conozco niños a los que se les perdonan todas sus travesuras, aunque hace años que dejaron de ser si quiera simpáticas, por el hecho de decir es hiperactivo. O, reprobó otra vez el año porque tiene déficit de atención (diagnosticado por el papa o la mamá y no por un experto), el que se la pase jugando todo el tiempo video juegos, no haga tareas y se burle de la maestra, no tiene relación.

Claro, aquellos que se han beneficiado de la difusión del conocimiento de estas enfermedades, y su tratamiento ahora pueden seguir adelante. Pero de ellos no quiero hablar. Quiero hablar un poco de las diferencias entre la niñez hace unos años y la de ahora.

Y es que amanecí con la canción de Sailor Moon, no podía creer que todavía recordara claramente los versos que la componen. Recuerdo también con claridad, la mayoría de los diáogos de Heidi, Candy y Remi. Obviamente las canciones de inicio y final de esas caricaturas era la música que me acompañó en mi niñez y pre adolescencia ( ya luego le entré al tamborazo y caí hasta con Nirvana). Pero lo que me dejó pensando no fue esa habilidad de mi cerebro de recordar cosas inservibles para la vida laboral (esa capacidad ya sabía que la tenía y me gusta bastante). No, lo que me sorprendió es que todas esa caricaturas estaban cargadas de un dramatismo impresionante ¿No me creen?

Heidi, sus padres mueren, la llevan a los cinco años a vivir con un abuelo que jamás ha visto y es abandonada en lo alto de una montaña a vivir entre cabras. Después, la separan de su querido abuelo para llevarla a vivir bajo la tutela de una amargada solterona en Frankfurt, a acompañar a una minusválida que vive prácticamente sóla sin la compañía de su adorado padre y abuela (no sé por que chingaos no podían quedarse con ella, les faltaba el internet para hacer sus negocios).

Candy, era la reina del drama. No por lo que ella hacía, sino por los que le tocó vivir. es huérfana, su mejor amiga le pone un cuatro y evita que adopten a Candy, para ser ella la adoptada. Años después la adoptan, para ser la sirvienta de dos niños malcriados. Se enamora de un muchachito amanerado, que muere al caer de un caballo. La adopta el bisabuelo William y la envía a estudiar a Inglaterra, donde conoce al amor de su vida, del que se tiene que separar por una jugarreta del destino. Cuando regresa a América, trata de ser feliz y estudia para enfermera. Ella y Terry, el amor de su vida del que se separó, intentan seguir con el romance pero una bruja malvada se interpone entre ellos y chantajea a Terry para casarse con ella porque le salvó la vida.

Remi, ohh Remi. Él tiene un final feliz, pero antes pasa por una serie de penurias que parecían manda. Primero, vendena su querida vaca y luego lo evnden a él a un espectáculo callejero, algo así como un circo ambulante. Aprende a vivir con sus compañeros y los llega a querer como a una familia. Pero el dirigente, y único humano muere después de un frío invierno y Remi se queda solo. Por suerte, una familia lo adopta y vive feliz, por dos meses. Esta familia pierde todo lo que tiene debido a una tormenta, y el padre tiene que ir a la cárcel, dejando a sus hijos a merced de sus familiares, quienes obviamente no se hacen cargo de Remi. Él vuelve a las calles, con él único sobrevieviente de la compañía, un perrito llamado Capi. Para no seguir recordando cosas tristes y cómo Remi era el de la mala suerte, les diré que al final encuentra a su verdadera madre (la primera lo adoptó, luego de que su esposo se robó a Remi) y crece para ser un renombrado abogado.

Pero todas estas caricaturas tienen una carga emotiva tremenda. Y luego se preguntan por qué somos tan dramáicas las mujeres. Nos somos todas, sólo las que crecimos con las repeticiones interminables de estas caricaturas.

Ahora los niños tienen psicólogos que los enderecen a las primeras señales de enchuecamiento. Pero carecen de caricaturas que les despierten esa emotividad gigantesca. Espero no nos arrepintamos cuando sea muy tarde.

Tuesday, June 14, 2011

El aniversario


Hace mucho tiempo que no escribía, y es que me siento sin mucho material para hacerlo. Pero, por otro lado, la escritura siempre me ha servido para exorcizar lo malo (por no decir lo peor) de mí e incluso, lo utilizo para purificarlo (o al menos ponerle un poco de cloro a mi negra alma).

Antes de sentarme frente a la página en blanco que contendrá la historia que contaré, pasan por mi cabeza millones de ideas. Lo malo es que se esfuman cuando llega el momento en que las moldeare para ser una historia digna de contar, pero sobre todo de leer.

Hace unos días me metí a mi blog para ver qué tan viejo se había hecho, la última entrada tiene casi un año. Y siento que han pasado buenos sucesos desde esa fecha pero simplemente no había tenido el humor de contarlos. Pero cuando yo re leí lo escrito, pude, en parte, revivir el momento o la sensación que tuve al escribirlos. Es como ver un álbum de fotografías, pero con más resolución porque sólo usa palabras y no imágenes.

Ahora que estoy por cumplir tres décadas de vida (todavía me falta un año pero más vale irme haciendo a la idea) se hace más importante dejar constancia de lo vivido, porque además de los hoyos con los que siempre he tenido que lidiar en mi memoria, ahora la información acumulada es más y comienza a comprimir los nombres de los niños héroes, los planes de la revolución e independencia (a estos ya los ha mezclado en un sólo archivo y si nunca aprendí quién los promulgó, ahora no recuerdo ni en qué época lo hizo) o de plano a exiliar lo que piensa no necesitaré (las tablas de multiplicar se han ido de una en una, ahora sólo me quedan hasta la del cinco).

Y hoy, además de divagar, quería hablar sobre un tema que me emociona mucho: mi aniversario. Bueno , nuestro aniversario. Y es que en este mes cumplimos cuatro años de estar casados, y quería recordar cómo era la vida antes de esto.

Pero tengo un gran problema, simplemente mi memoria no me deja en paz y no me da tregua con su ineptitud y me he dado cuenta que casi no recuerdo cómo era no vivir con el Juli. Ahora que cada mañana despierto y lo veo a mi lado, que corremos juntos para tratar de llegar a tiempo al trabajo, que pasamos todas las vacaciones y fines de semana juntos, que alguien escucha mis sueños locos, que confía en mi y que nunca nos sentimos solos, ya no puedo recordar cómo era antes de Juli.

Al final de escribir el párrafo de arriba me di cuenta que no fue mi memoria quien lo borró por descuido, fui yo la que le ordené que disolviera ese límite de nuestra boda porque entendí que desde que me enamoré, no he estado ni un día incompleta y sigo siendo "la novia" de mi esposo.