Monday, April 28, 2014

Cumpleaños – Series Oh dear!


Nunca me ha gustado celebrar mi cumpleaños en el trabajo. O sea, es un día muy feliz que no quiero convertir en incómodo partiendo un pastel frente a montones de desconocidos que me cantan las mañanitas sin mucho entusiasmo. Es más, a veces ni las mañanitas cantan. Supongo que no me gusta porque (otra vez con la intolerancia) mis compañeros me caían gordos. Recuerdo en mi trabajo anterior al anterior sí llegué a celebrar y disfrutar un cumpleaños con ellos.

Algunos de mis ex-compañeros compraban un pastel y nos invitaban a partirlo con ellos. La convivencia debía seguir y a un pastel no se le dice no. Así que pagaba con un abrazo mi rebanada y hacía un poco de socialización. No creo necesitar aclarar que no soy un ser sociable, aunque parezca lo contrario. La plática ligera nomás no se me da y siempre termino metiendo la pata. En fin. 

El caso es que mi nuevo trabajo me regaló eso: el anonimato en mi cumpleaños. Cuando cumplen años, su ceremonia celebradora es pasar por nuestros lugares y decirnos que en el cajón de los dulces hay unos panques / chocolates / dulces /galletas porque fue su cumpleaños. Para cuando uno intenta felicitarlos, porque yo lo he intentado y he visto a otros intentar hacerlo, ellos ya están sentándose nuevamente en su lugar respondiendo con una tímida sonrisa.

Yo procuro comprarles chocolates / dulces /galletas tan seguido como mis visitas a la tienda lo permiten y  así no tengo que decirles nunca cuándo es mi cumpleaños. No sabría cómo reaccionar, si dejarme felicitar o ignorarlos y celebrarme comprándoles dulces...