Wednesday, December 02, 2009

Tuc toma perro, capirucho doble

Con lo que cuesta un boleto para la fiesta de fin de año, dos niños reciben un tratamiento para la anemia

Eso me lo dijo el Juli la semana pasada y me dejó reflexionando. Viéndolo positivamente, me hace pensar que siempre podemos ayudar, más de lo que pensamos

¡Asómate para averiguar qué puedes hacer!

"A veces sentimos que lo que hacemos es sólo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota"
Madre Teresa de Calcuta

Solicito superpoderes

La vida es muy sabia, no debería caber duda. Un ejemplo claro es que los poderes sobrenaturales no son repartidos entre gente que no sabría cómo usarlos. Sabiamente se lo dijo su tío a Peter Parker, un gran poder viene con una gran responsabilidad. Por lo tanto no espero que después de un experimento científico, mis montones de millones invertidos en tecnología de combate o una mutación inesperada de mis genes me otorguen super poderes. Bueno sí lo espero, pero la única opción que me queda es esperar la mutación porque si tuviera millones los invertiría en otra cosa que no fuera un chapimovil ni un avión supersónico y tampoco soy científica.

Imaginemos un mundo donde yo tengo super poderes. Primero no quiero TODOS los superpoderes que marvel me ha mostrado en su catálogo, me conformo con poder controlar la mente de los demás y mover objetos con el poder de mi mente (telepatía y telequinesis, así como el Profesor Xavier). Ahora sí, todo aquel que atente contra el bienestar de la humanidad sería castigado. A la encantadora viejita del M-306 que tira la basura inorgánica en el contenedor de la basura orgánica la obligaría a morder sus latas para entender la diferencia; a aquel que se pasa un alto, lo frenaría y después de obligarlo a golpearse varias veces contra el volante, lo pararía frente su auto, mientras traigo un oficial de transito para que levante su infracción, hay que dejar que la ley cumpla su función. También haría que la mujer mugrosa se limpia con un dedo los dientes y se agarra del tubo del metro, limpie con un cepillito los baños públicos del metro. Haría grandes obras, que Paris Hilton aprendiera a leer, que Paulina Rubio dejara de hablar, que los políticos mexicanos además de ponerse a trabajar donaran tres cuartas partes de su sueldo a causas de caridad, los reality shows no verían la luz nunca más, y haría que todo el mundo se diera cuenta que el oso de Tous es horrible ... cuantos planes y sueños que podría llevar a cabo controlando un par de mentes al día.

Pero como dije, la vida es sabia y ya que muchas de mis soluciones son un tanto drásticas creo que no me darán mis superpoderes... si nada más me dan la telequinesis me conformo, ya no tener que levantarme por el control remoto sería una gran ganancia

Friday, November 20, 2009

¿Y todo para qué?


Durante largos años repetimos en la escuela lo que era la Revolución Mexicana, los factores que la provocaron y los objetivos que perseguía. Fueron años de adoctrinamiento que tuvieron un resultado parcial porque, aunque seguramente hemos olvidado todo, recordamos a los personajes protagónicos de esta lucha social, aunque sea tan sólo por frases que intentan condensar todo su espítu revolucionario.

Hace poco, en uno de mis viajes tratando de huir de mis responsabilidades, me puse a leer acerca de Porfirio Díaz y su familia. Debo confesar que nunca lo he podido concebir como la bruja del cuento –como le aconseje a mi sobrina para que pudiera memorizar su discurso sobre la Revolución–, porque es un personaje que, para mi, está lleno de matices que lo colocan como un hombre inteligente que amaba a su país, pero perdió el rumbo. Y lo mismo ha comenzado a pasarme con otros personajes de la historia (Santa Anna no lo ha logrado todavía, pero ha tenido sus intentos). Eran seres humanos, con defectos y virtudes. Muchos tuvieron más defectos que virtudes, pero sobre todo aquellos que hemos bautizado como héroes tenían como característica principal un ideal por el que, casi siempre, dieron la vida. Eran fieles a sus principios y los antepusieron incluso de sus intereses personales.

De la familia de Díaz llegué a Emiliano Zapata, que fue el caballerango del yerno incómdo de Díaz –solía golpear a su esposa y resulto tener más que tendencias homosexuales–. Zapata fue contratado por su gran capacidad para criar caballos, y traido a la ciudad para seguir realizando esta tarea. Todo terminó cuando Zapata regresó a su natal Tlaltizapán indignado porque los caballos que cuidaba tenían mejor vida que los campesinos entre los que había crecido.

Hace poco visité una exposición fotográfica titulada "los últimos revolucionarios" en el Museo de la Revolución del Sur (en Tlaltizapán, Morelos) con fotos de revolucionarios, ya viejos, o de sus familias mostrando sus recuerdos de esa época. La tristeza me invadió, porque a pesar de que estas personas lucharon codo a codo con el General Zapata, y dejaron todo por lograr su meta de "la tierra es de quien la trabaja", las condiciones en las que sus casas se encontraban eran paupérrimas.

Nada pasó. Nada cambió. Los ricos siguen ricos, los pobres aún más pobres y siguen cargando sobre su espalda años de injusticia social, que los margina y condena no sólo a mantener esta situación de miseria, sino a empeorarla.

¿Se acabaron los héroes? No me gusta pensar que todo ese romanticismo que envuelve a la Revolución es sólo un velo que la hace muy atractiva, pero útopica. Mucho menos quiero terminar de convencerme de que ya no podemos hacer nada. Quizás no debemos esperar el mesías, ese caudillo revolucionario que nos guíe hacia un nuevo México. Es momento de cambiar desde el fondo, comenzando por nosotros.

"El mundo está como está, no por la gente mala, sino por la gente buena que no hace nada al respecto"
Nosequienycomoyatengosueñomañanainvestigo

Thursday, October 29, 2009

Todos Santos


En la época prehispánica, nuestros antepasados no vivían con la amenaza moral del castigo eterno si te portabas mal. Estaban tan bien organizados que eso no hacía falta y el lugar de residencia eterno estaba marcado más que por tus acciones, por la forma en que morías. Si tu muerte tenía que ver con el agua te ibas derechito y sin escalas al Tlalocan, juntito a Tláloc, dios de la lluvia. Un lugar privilegiado era el Omeyocan, destino de aquellos que morían en combate y las mujeres que morían durante el parto. Huitzilopochtli, dios de la guerra, era quien dominaba este "cielo".

El tercer y último lugar a donde las almas desligadas de su cuerpo podían llegar era el Mictlán, donde iban los muertos por causas naturales. Ahí, existían varios niveles con diferentes obstáculos que el difunto tenía que atravezar antes de poder llegar al lugar donde alcanzaría el eterno descanso y la liberación de su alma. El más famoso de estos obstáculos es el del caudaloso río, que sólo se podía atravezar con la ayuda de un perro; y si por alguna razón trataste mal durante tu vida a uno de estos animales, te quedarías del otro lado del río. Algo parecido a no llevar monedas para pagar a Caronte, el barquero, para que te cruzara el río; aunque este caso se solucionaba con unas monedas en los ojos o debajo de la lengua.

El día de muertos era una celebración muy importante para los antiguos mexicanos, y lo siguio siendo aún después de la llegada de los españoles, quienes se las arreglaron para transformarla, en combinación con la celebración católica de Todos los Santos. Al final quedó una mezcla única y heterógenea que combina características de ambas fiestas.

Supongo que fruto de esa mezcla es el complejo protocolo de llegada de los muertos a visitar nuestra dimensión, en donde, según fuentes oficiales (mi abuela) aquellos que murieron en desgracia llegan el 28 de octubre, quienes murieron sin bautizarse el 29, el 30 es el día en que llegan los no nacidos, el 31 los niños y el 1° de noviembre los adultos. Quien definió ese proceso de llegada, consideró que es más difícil y congestionado el camino de ida que el de regreso, porque el 2 de noviembre, con las canastas llenas de regalos que recogen de la ofrenda, regresan todos juntos.

Mi abuelita consideraba al día de muertos más importante que cualquier otra fiesta. Empeñaba lo empeñable, trabajaba más de lo normal para poder obtener el dinero necesario y poder celebrarla. Hacía montones de tamales, compraba decenas de panes y fabricaba sus propias flores multicolor para que su altar fuera perfecto. Ya no conocí los altares de su juventud (en donde sus fuerzas eran suficientes para trabajar hasta alcanzar su objetivo), pero mi mamá me ha platicado tanto de ellos que puedo imaginarlos, con sus varios niveles, sus manteles blancos, la variedad de comida, dulces, juguetes, cigarros y hasta maquillaje. Todo esperando la visita de sus seres queridos para que supieran cuanto le hacían falta y que siempre los llevaba en su corazón. El altar de mi casa se quedará tamales atrás de los que hacía mi adorada abuelita, pero con sus dos pequeños niveles, tiene el mismo objetivo: hacerles saber cuanto los extraño.

Me fascina la riqueza cultural que esta fiesta ofrece, llena de color y sabor que invita a participar de ella. Y no pienso despreciarle su invitación.

Monday, October 05, 2009

Felicidad instantánea

Hace un par de meses me dí cuenta que hay muchas cosas que me producen felicidad instántanea –no la venden en los supermercados al lado de las latas de comida preparada porque, por suerte, no tiene precio, aunque esto algunos no lo saben y quizás encuentre mi nicho de mercado– la principal es mi familia, esto es Julián y las mil ochomil cosas por minuto que inventa para hacerme reir; mi familia, pero sobre todo la risa de mi sobrina, esa risa de niños cristalina e inocente que contagia.

Esos son ejemplos de felicidad instantanea, pero a través de otros. Es decir, para que se dispare a su máximo tengo que estar con la persona que lo produce (e.g. hacerle cosquillas a mi sobrina). El acordarme nada más de las situaciones no me produce esa explosión de felicidad, digamos que coloca mi nivel de felicidad diaria en un 75%. Si estoy estresada, asustada, angustiada, etcétera, cierro los ojos y voy al walmart de los pensamientos, tomo una lata de felicidad instántanea y me la tomo, como si fuera un redbull. El efecto es suficiente para permitirme seguir y confieso que soy adicta, tan adicta que es lo primero que me tomo en las mañanas cuando la alarma suena y no quiero levantarme.

Pero a veces me gusta innovar, no molestar a otros con mis necesidades de felicidad instántanea o guardar las latas que tengo almacenadas para los días más difíciles y busco felicidad enlatada genérica, es lo mismo pero más barato. La felicidad enlatada genérica, es una felicidad a la que todos podemos recurrir y aprovechar como mejor nos convenga. La favorita de mis amigas y mía es ganarnos la lotería.

Tenemos escenarios para casi todos los premios que existen; si nos compraramos un boletito de raspar, qué haríamos con los mil pesos; que si nos ganaramos 100 mil pesos en una tienda departamental, cómo los repartiríamos; que si sólo nos ganamos un millón de pesos y la más socorrida: ganarnos el melate cuando más gordito está. Una aclaración se hace necesaria: jamás jugamos a la lotería, a veces hasta olvidamos meter nuestros boletos en una rifa gratuita; pero cómo soñamos con ganárnosla.

Genera un placer y una tranquilidad asombrosas. Cuando comienzas a definir los detalles de cada centavo quizás parece un poco estresante pero con el tiempo sirve incluso de terapia para dormir (así duermes sin preocupaciones porque tienes varios millones en el bolsillo). Es divertido, y creo que lo incluirán próximamente como prueba psicológica, porque puedes ver el nivel de generosidad de las personas (es sorprendente que algunos no piensan en compartirlo aunque es dinero imaginario).

Ahora, gracias a facebook, he descubierto algo muy similar a la felicidad instantánea enlatada genérica de la lotería. En mi caso, es farmville, pero creo que existen muchos más. La idea es que vives "virtualmente" en una granja y tienes que cosechar y cuidar tus sembradíos. Ayudas a tus vecinos, ves crecer a tus plantitas y también puedes seguirte con el ganado. Es una vida sencilla.

Y yo soy una persona sencilla (o simple, depende del enfoque) que disfruta de los momentos y entre ellos están las pequeñas dosis de felicidad instántanea que te puedes dar durante el día. Hay muchas más allá afuera –además de mi familia, los libros, la música, la pintura, cocinar y las estrellas en el cielo que son mis favoritas– y les daré la oportunidad de conocerlas en pequeñas dosis para que en este momento del tiempo que me toco, conozca a las mejores o al menos a las que llenen más mi nivel de felicidad diario, no quiero después enterarme que por prejuicios tontos me perdí algunas de las más divertidas.

Sunday, August 16, 2009

Tolerancia

–Hago todo lo posible por ser tolerante– digo usando la modalidad tono de sinceridad
Es que ser tolerante no es desconectarte de las conversaciones que no te gustan y pensar "sigan diciendo tonterías", o "¡Ay Dios mío, perdónalos por ser tan torpes!" y por supuesto tampoco incluye el "¡Ay cómo puede existir gente tan inútil en las calles!"
–¡¿No?!?!– pregunto sorprendida.
–No– afirma, seguro de que mi definición jamás entrará en la RAE
Después de semejante revelación, tengo que ofrecer disculpas públicas a todos aquellos a los que alguna vez les dije que no me gustan sus ideas pero las tolero.
...



Prometo de hoy en adelante (quizás mejor a partir de mañana) usar la definición correcta.

Tuesday, July 28, 2009

La vida es demasiado corta

Cuando estoy en mi trabajo con ganas de que sea hora de salir, cierro los ojos tratando de sentirme de nuevo una niña pequeña, de ocho o diez años, e imagino (ya instalada en los zapatos chiquititos) mi vida a los 25. Me imagino viajando por los paises más antiguos y lejanos, encontrando tumbas de faraones famosos, descubriendo cómo era su vida (porque lo que más me gusta de la historia son los chismes de ancestrales). Estoy vestida al más puro estilo Indiana Jones, con todo y sombrero.

La realidad es muy distinta, lo más cercano que tengo a una aventura son mis intentos por llegar a tiempo en las mañanas, luchando contra monstruos subterráneos (el metro) enfrentándome a las más terribles amenazas (las bolsas de las viejitas) y superando la barrera del sonido mientras corro (bueno nomás camino rápido).

Mi trabajo no es así:


Ni así


Pero no quiero que un día, cuando me despierte, así lo vea


¿Y qué puedo hacer al respecto? Seguir soñando, añadiéndole el valor de conseguir lo que realmente quiero.

Monday, July 06, 2009

El ataque de los tacones asesinos

Siempre me he pronunciado en contra de la discriminación; ya sea por raza o género entiendo que no tiene lugar. Pero cuando se trata de la raza de las que usan tacones altos para ir a trabajar, las discriminaré pero por la más pura envidia que les tengo.

Las veo subir y bajar escaleras, caminar, bailar y no parecen estar cansadas. A veces sus pies se ven hinchados, parecen un tamal gigante y se nota a leguas que la costura les ha formado un surco rojo a punto de sangrar en su pie y levantan un pie para descansar el otro hasta que llega el turno de cambiar los papeles. Pero ellas siguen caminando como si nada pasara, como si en lugar de equilibrarse sobre dos palos de paleta, lo hicieran sobre amplios troncos que sostienen todo su cuerpo. Aunque claro, hay quienes de plano parece que traen zancos y caminan chacualenado sus hermosos zapatos (porque ahh infelices, son tan bonitos), pero aún así soportan la tortura de los tacones por la promesa de verse mejor.

Y es que con zapato de tacón, las nenas se ven mejor, luce más la pantorrilla. No lo quiero dudar (aunque a todas luces se ve que es un invento de hombres para tratar de doblegarnos), más porque me ha tocado la transformación de un vestido sin chiste a uno muy elegante tras subirme en 10 centímetros de tortura. Porque no es nada más que eso, una tortura a la que nos sometemos para sentirnos superiores a las pobres tontas de pie plano que no pueden ni con dos centímetros –incluida, obviamente, Yo–.

Incluso pienso que si los juntaramos con el uso diario del brassier y la depilación con cera; podríamos controlar a muchos hombres (aprovechando que tienen mucho más vello que arrancar de un jalón). Lo más triste es que las realizamos por puro masoquismo –y algunas deseos de quitarle el marido a otra– y ahí radica la respuesta de por qué toleramos mejor el dolor: ha sido una larga preparación física heredada de generación en generación.

Mientras, me declaro incompetente, no puedo subirme en un par de tacones por más de dos horas, y hoy sufro las consecuencias de mi intento fallido por pertenecer a esa élite y si quieren lo confieso, lo que quieran soy culpable (nada más no se excedan), pero ¡dénme un par de tenis!

Thursday, June 25, 2009

Paquete bautices

Padrinos extremadamente simpáticos disponibles, pregunte sin compromiso

Casi todas las personas tenemos amigos, que triste sería nuestra vida si no los tuvieramos. Si ellos no existieran, la caida de un maestro, los días de ofertas, las películas de estreno o las pintas no serían iguales. Tienen algo peculiar, cuando son tus mejores amigos, piensas que lo seran eternamente, pero no es así. Las vidas, tienen caminos distintos que usualmente se unen por espacios de tiempo que a pesar de su brevedad nos parecen que durarán eternamente.

A veces todavía me acuerdo de mi amiga del kider. Se llamaba María, o Eli. Sí, no me acuerdo de su nombre, pero recuerdo su cara cuando comíamos dulces en el recreo. Bueno está bien, casi no me acuerdo de mi amiga del kinder, tenía ojos de canica (grandes y negros) y su sonrisita ya tenía espacios vacíos. Pero cuando recuerdo esa imagen borrosa, sin nombre, me alegra pensar que no pasé de noche por el kinder (obviando que no se la diferencia entre izquierda y derecha) y tuve amigos.

Durante la primaria los recuerdos no son tan borrosos, es más, mi mamá encontró a la mamá de una de mis amigas de la primaria y me enteré que se casó y tuvo un bebé -del orden no puedo asegurar nada-. Se llama Lolis (Dolores), y solíamos jugar con tierra (dizque haciendo fósiles) en su casa. De ella no pensé que fuera eterno, sabía que duraría sólo hasta que terminara la primaria.

Y si hablamos de la secundaria, entonces sí que comencé a pensar en la eternidad, pero sobre todo de las amigas, creía que estudiaríamos juntas y que viajaríamos por el mundo viviendo la vida loca –que en ese momento para mí era comprar ropa y conocer museos– aunque dentro de mí reconocía que más tarde encontraría nuevos amigos y que estos amigos de la secundaría quedarían empolvándose en un clóset sin que los recordara muy amenudo (no es el caso para todos).

Cuando pregunto a mis nuevos amigos, cuál es la época que más recuerdan, suelen responder que el bachillerato. Para mí también fue una época de recordar. Mis amigas y yo reíamos muchísimo juntas y sentíamos que algún día podríamos cambiar el mundo. Días enteros hablando de tonterías y comiendo chucherías sin preocuparme por las calorías –no, aunque lo parezca no sigo haciéndolo...ya me preocupo un poco más por las calorías–. Claro eso no fue así y hace siglos que no sé de ellas; hace un par de años una de ellas me llamo y yo quedé en devolverle la llamada –sinceramente quería hacerlo– pero cuando intenté llamarla, me dijeron que el número que tenía estaba equivocado, y desde entonces no sé de ella. Eso de yo te llamo es muy usado ya sea cuando vas a una entrevista de trabajo, lo que casi siempre significa que no te darán el empleo, o por un amigo que ya no quiere serlo.

Y para terminar con la época escolar, conocí a la que hoy es mi mejor amiga mientras estudiaba mi licenciatura. Y también, conocí a Juli. Si en este momento me preguntaran si pienso que ellos realmente estarán para siempre en mi vida, respondería que sí, han estado tanto tiempo a mi lado que para siempre suena posible. Así he conocido personas, amigos a los que he querido mucho y que pensé compartiría los sucesos más trascendentes de mi vida y la suya. La fortuna ha querido que no sea así; y poco a poco los amigos que contaba con los dedos de una mano dejan su espacio que se ocupa con nuevos amigos que te hacen reir mucho y se ríen de lo que tú dices, pero lo más importante, estan ahí para ti cuando los necesitas.

Con los años, quienes son tus mejores amigos pasan a ser parte de tu familia, y en muchas familias es tradición formalizarlo. En México –y por lo que ví en El Padrino, en Italia también– una forma de hacerlo es convertir a tu amigo en el padrino de tus hijos. Mis papás tienen montones de ahijados. Nuestros padrinos (de mis hermanos y yo) fueron en un momento los mejores amigos de nuestros papás; pero a ellos también les pasó como a mi, las dimensiones abrieron sus puertas y cada quién entro en una distinta. Ahora mis padrinos no saben nada de mi vida, y yo de la suya menos –¡pero yo soy la ahijada!– (nota mental: eleigr a los padrinos no es cualquier cosa). Al Juli le eligieron mejores padrinos, que sí han estado a su lado durante su vida e incluso fueron nuestros padrinos de bodas.

Juli y yo hemos comenzado lentamente con nuestra colección de ahijados, pero de las personas que menos lo esperabamos.La semana pasada la ahijada de primera comunión de mi suegra nos pidio que fueramos padrinos de su segundo hijo. La relación, como se nota, es cercanísima. Aunque realmente no alcanzamos a entender por qué a nosotros, nos parecemos a Doña Catalina rebozo de harina y Don Juan Botijón cabeza de terrón, y nos alegra mucho que nos elijan para apadrinar a un bebé. Ser El Padrino y la Madrina (además de requerir un gran esfuerzo en la garganta), en mi dimensión, significa que cuidarás de otra personita, y que podrías ser como su papá o mamá. Uy la policía... sé que puedo con eso sobre mis hombros o al menos lo intentaré.

Si le preguntas a mi sobrina cómo me llamo, ella piensa que Chapi, y cuando le explicas que no, que mi nombre es otro ella abre los ojos grandes y dice "entonces se llama Madrina". Con esa palabrita me deshace y me siento tan importante que entiendo que ser madrina además de ser una responsabilidad, es un honor. Con el título te dieron un boleto de primera fila para presenciar la vida de una personita, y eso no puede ser más que una bendición.

Wednesday, June 24, 2009

Era de la robótica, avanza más rápido

El clóset se ha convertido en un lugar de poca utilidad. Me gustaría más que en lugar de tener guardada mi ropa, tuviera mis estados de ánimo, mis actitudes ante la vida. Algo similar a Chapis robotizadas con programas que se cargaran en su sistema operativo cada mañana, y la pila no se agotara hasta la hora de regresar.

En las mañanas, la Chapi de los sueños se levantaría (la original, Chapi v1.0), tomaría a Chapi v2.1 Trabajadora recién lavada, la peinaría, la maquillaría, e insertaría los programas, desayuno, comida, proactividad, gustoDeViajeEnMetro, y ganasDeUsarTacones. La encendería y la mandaría a trabajar con un beso en la mejilla. La que se queda en casa es la Chapi real, que después de dormir una o dos horas más se levantaría, y se pondría a leer cuentos y novelas que es lo que más le gusta.

Después iría al clóset y sacaría a Chapi v2.2 Doméstica, la arreglaría un poco nada más, y le pondría tenis para mandarla a hacer las compras. En ese momento es necesario cargarle los programas saberEscogerAguacates, contarCambios y pláticaLigeraConViejitas. Quizás para entonces la Chapi v1.0 podría estar cocinando, y cuando la Chapi v2.2 Doméstica, regrese le cargaría los programas trapeado, lavado y planchado; para de esta forma dedicarse nuevamente a otra actividad relajante. La Chapi v1.0 se pondría a tejer, pero si se cansa, haría que la Chapi v2.2 Doméstica se pusiera a terminar un par de vueltas más mientras ella actualiza su blog.

Cuando llegara la hora en que Chapi v 1.0 y Julián v 1.0 se encontrarán, ella misma se arreglaría e iría por su esposito. También se subirían al coche Chapi v2.1 Trabajadora y para que paseara un rato la Chapi v 2.2 Doméstica. Pero las llevaría en modo standby, para que no estorben. Cuando llegaran a casa, descargaría la información de ambas Chapis, vería el dashboard (es importante que sólo muestren la información en forma resumida) y aceptaría las actividades que realizaron.

Claro que la Chapi v 1.0 trabajaría, pero desde casa, controlando las actividades de Chapi v2.1 Trabajadora y cuando fuera el momento de disfrutar realmente algo en el trabajo utilizaría el modo de sincronización y lo disfrutaría en su propia piel (un buen chisme sólo se disfruta en directo) lo demás lo puede hacer vía remota, controlando además de su máquina, a su robot personalizado (que se ve bien, recuerden que esta si tiene ganas de maquillarse, peinarse y puede caminar con tacones de aguja).

En ese momento, en el que estoy con mi familia, no necesito robots, que ellos se queden cargando su pila, yo disfrutaré mi tarde libre y mi vida...(la casa limpia, la comida hecha, libros pendientes leídos y el trabajo hecho, no necesito más)

Así todo sería más fácil, espero con ansias el día en que esos robots salgan a la venta; aunque a decir verdad, también espero con ansias el día en que los robots trapeadores (los que sí ya existen) bajen de precio para poder comprar dos o tres.

Tuesday, May 12, 2009

Pedro Infante


Creci mirando todos los sábados a Pedrito -como suele decirle mi papá-. De las películas más famosas casi me sé sus diálogos, desde los más populares como ¡Yo maté a la usurera! ¡Pepe El Toro es inocente! y ¡Chachita, te cortaste el pelo!! hasta unos no tan conocidos pero no menos traumatizantes.

Y es que mi papá lleva esa tradición de sentarse a empedrarse viendo las películas de Pedro Infante desde que yo lo recuerdo. Y como Pedro era el actor más taquillero de la época hizo mil ocho mil películas, muchas de ellas en secuela. Así, si en la televisión pasaban A toda máquina, por poner un ejemplo, mi papá se quedaba picado y nos ponía ¿Qué te ha dado esa mujer? (grabada, claro está, de alguna otra ocasión en que la pasaron en televisión).

No sé si el cometido de mi papá era que nos volvieramos devotos de Pedro Infante, o si fue una consecuencia no planeada. La verdad es que a mis hermanos y a mi nos gustan sus películas, y lo decimos sin miramientos. Pero mi papá también heredó su amor por Pedro. Su mamá (la verdadera fan) lo amaba con locura. Tanto así que tenía un retrato de él en la recámara matrimonial, en la que también dormían sus hijos.

El día que Pedro Infante murió, ella estaba embarazada del que sería su cuarto hijo. Cuando mi abuelo llegó a su casa, ella estaba abrazada del retrato de Pedro, llorando cual Magdalena y diciendo que no soportaría la vida sin él, que quería morir. Mi abuelo, un hombre práctico, le pidió que no dijera tonterías y que guardara su llanto para cuando se muriera él. Quince días después, llevó a mi abuela al hospital pues nacerían sus bebés. Tomó 5 pesos que de su quincena, y se fue

Sé que muchas de las películas de Pedro infante eran realmente tristes, muchas aún no puedo soportar y es que parecía que los escritores se viajaban de más para hacer sufrir a los protagonistas y a los espectadores. Y no imaginamos, o no queremos creer, que dibujaban la vida afuera de los foros, que México era un país -y sigue siendo- en el que la pobreza es el guión de las vidas de los mexicanos.

Y así le sucedió a mi abuelo, cual película de Pepe el Toro. Ese mismo día en que había llevado a mi abuela al hospital le avisaron que su esposa y sus hijitos –gemelos– no regresarían a su casa. Se quedó solo, con tres hijos que hacer crecer. Cuida a tus hermanitos, le dijo mi abuela a mi papá, mientras le acariciaba la cara.

Ahora mi abuelo, mi papá y mis tíos son felices. Y pienso que ver las películas de Pedro Infante cada sábado es, para ellos, una forma de estar con su mamá un momento más. Además, para completar el cuadro, me gusta pensar también que Pepe el Toro encontro una mujer con quien compartir su vida y que Pedro Chávez y Luis Macías fueron amigos hasta la vejez.

Trato de que me sirva de experiencia, aunque honestamente nunca lo logro, que hay que cuidar lo que uno dice. Se es amo de lo que callas y esclavo de lo que dices.

Wednesday, March 25, 2009

Si el universo dice no...

Blanca Estela Pavón -que quizás recuerden por películas como Nosotros los pobres, y Vuelven los García- se unió a una caravana artística en 1949. Después de que dicha caravana se presentó en Oaxaca, ella y su padre, que siempre era su acompañante, planeaban regresar a la Ciudad de México. El avión en el que tenían que regresar sufrió un desperfecto que no le permitió salir del aeropuerto.

Ya que necesitaban regresar a su casa, a cumplir otra serie de compromisos, convencieron a un matrimonio que les cediera su lugar en otro vuelo para poder regresar el mismo día. Minutos después de despegar, el avión en el que viajaba la Chorreada se estrellaba en el volcán Iztaccihuatl. Quizás el universo les había puesto barreras para evitar que murieran, y ellos las brincaron. O tal vez aplica este famoso refrán

Cuando te toca,
ni aunque te escondas
Cuando no te toca
ni aunque te pongas

A Ibargüengoitia -uno de mis escritores favoritos- le pasó algo similar. Lo invitaron a un encuentro de escritores en Bogotá, Colombia. Él radicaba ya desde hacía varios años en Francia y no quería asistir, dejando inconclusa la que sería su séptima novela. Días antes del inicio del evento, y ante la insistencia de su esposa -ya saben como somos las esposas- se convencio de asistir y reservo de último momento su lugar en un vuelo que haría escala en Madrid.

Tomo sus cosas, entre ellas el único borrador de su novela, y subio al avión. El piloto de éste tuvo una serie de errores que terminaron en un viraje anticipado y se estrellara contra una montaña. El universo hablaba por el oido derecho de Jorge y le decía que no fuera, que siguiera trabajando en su novela. Pero parece que al universo le gusta competir y deja sueltas otras voces que entran por el oido izquierdo y nos hacen cambiar planes de último momento.

Todo esto estuvo dando vueltas en mi mentecita, porque hace unos días Juli me contó del proyecto que George Lucas quería hacer. Él deseaba comprar los derechos (de esto no tengo fuentes comprobables) de Flash Gordon para hacer una película sobre él. Por más intentos que hizo no lo logró y tristemente regresó a su casa a segur trabajando en algo que no creía pudiera tener el éxito que Flash Gordon parecía poder lograr.

Y voilà, escribió y dirigió la Guerra de las Galaxias. Proyecto que le ha dado más dinero que el que pudo imaginar, y un éxito irrefutable. Alguién más por ahí hizo la peli de Flash Gordon, pero fue un fracaso en taquilla. Él, a regañadientes, hizo caso a lo que el universo le decía (aunque en realidad no le quedaba opción).

En los exámenes de opción múltiple, cuando leía la pregunta respondía algo, pero después, entre nervios y confusión cambiaba la respuesta. A veces dos o tres veces (dependiendo de mi grado de ignorancia o del número de opciones). Cuando me entregaban las calificaciones, esa, precisamente esa pregunta de la duda, era incorrecta. Y la respuesta correcta, era la primera (la que el universo me había soplado y yo había borrado).

Así que como en los cuentos, qué podemos concluir de esto. Yo trataré de ser una persona de señales y no dudar... el destino es sólo la estructura; el argumento, la dirección y producción la hacemos nosotros.

Wednesday, March 11, 2009

Mi iniciación

Una vez mi papá llegó a casa con una película que un amigo le había prestado: Los diez mandamientos. Yo era muy joven y no podía interponer una queja, aunque no se me antojara ver una película biblica. Me gritaron para que bajara a ver la peli con ellos y yo, obediente como siempre he sido, bajé. Me senté justo frente a la televisón, tenía la mejor vista. Así pues mi papá puso la película y le puso play...

De repente la pantalla era naranja, naranja como rosadona, se ve la cabeza de una muchacha (muy de este siglo, no parecía ser pariente de Moisés, ni tenía donde ocultar unas tablas con mínimo dos mandamientos), unas pompis, otras pompis, boobies, manos, carne mucha carne, nada de ropa y... mi papá corrió a quitar la película. Yo realmente no entendí qué pasó (hasta hace poco que lo recordé, aunque nadie más en casa parece recordarlo, ellos aún lo tienen bloqueado).

Y es que cabe aclarar algo, hace muchos muchos años, en un lugar más o menos lejano existían las películas formato Beta (betamax). Las casas en esa época sólo tenían una televisión y nos reuníamos en torno a ella para compartir momentos familiares. Durante largos sábados me empedré viendo películas de Pedro Infante, una tras otra porque mi papá las tenía grabadas.

Los clubes de renta de películas eran algo poco común y la piratería de películas tampoco era una constante. Así que sólo había dos formas (para mi papá) de conseguir películas nuevas para reunir a su pequeña familia: grabarlas directamente desde la televisión -con la ventaja de que podrías adelantar los comerciales cuando la reproducíasy la desventaja de que si salia en televisióne s que ya era muy vieja- o que un amigo te la prestara. Después del suceso XXX sólo le quedó una de las dos formas.

Es por eso que quizás tratemos de olvidar la era anterior al CD (a. CD.) ; pero tenías que que "regresar" (rebobinar) las películas (y en los video club te cobraban un peso si no lo hacías). El resultado de no regresar la peli podía ser que tus hijos vieran escenas que significaran su iniciación en el mundo sin retorno del porno.

¿Me creen si les digo que nunca he visto otra vez otros 15 segundos de porno?

Thursday, February 19, 2009

El trabajo sucio está hecho

Sonó el celular, contesté y era Julián. Quedé le llamaría a donde estaba (un teléfono fijo) y colgué. Inmediatamente me volteé para poder tomar el teléfono, que está a espaldas mío. Algo se movió entre los papeles.

Aquí abro un gran paréntesis, soy muy desorganizada. Se que no soy la más desorganizada y no me darían un premio por eso; pero soy lo bastante descuidada para tener impresiones de todo el día amontonadas en un escritorio, que sólo sirve para tener mis cosas, el teléfono y la larga fila de impresiones esperando a ser guardadas. Regreso.

Di un pequeño grito, un pequeño Ahhh. Una combinación de querer gritar fuerte pero conteniéndolo por el miedo de parecer una loca porque los papeles se movieron solos. Moví, con mucho temor los papeles y ahí estaba: un terrible monstruo que corrió a protegerse de mí -que seguramente también le parecía monstruosa- debajo del teléfono.

-¡Ahhhh!- Grite, con miedo y sin importarme mi imagen de mujer cuerda (no sé a quién quiero engañar si esa imagen ya no existe). Sollocé y dije medio fuerte una cucaracha (¿qué no había especificado que era una cucaracha, de uno o dos centímetros?), para que un hombre valeroso viniera a rescatarme no importaba si no me tomaba en sus brazos y volábamos sobre la ciudad. Sólo necesitaba que tuviera el valor de matar una cucaracha con la mano.

Nadie vino en ayuda de la pobre damisela en aprietos. Sólo éramos ella y yo, su asqueroso exoesqueleto frente a mí. Nuestros ojos se cruzaron, estoy segura. Trataba de decirme algo, quizás un adóptame, o yo también tengo una vida difícil. O simplemente pensaba que de su rapidez de escape dependería su vida.

Yo, yo no pensaba caray. En ese momento ella era superior, su vida dependía de su acción.

Le lancé una servilleta (les digo que no pensaba). Obviamente ella aprovecho que debajo de la servilleta yo no veía para donde correría y corrió. Tan rápido como sus peludas patas lo permitieron.

En ese momento mi ratoncito se subió a su rueda de ejercicio y por fin mandó señales del cerebro a todo el cuerpo. Tomé un insecticida que estaba cerca de mí y rápida y ágilmente lance un chorro gigante a su cuerpo. Pero la cucaracha corrió y el líquido no alcanzó a caerle. Creo que no fui ni rápida ni ágil

Aventé todos mis libros, mis papeles, mi manzana mordida, todo a un lado para buscarla. Cuando me di cuenta estaba parada sobre el escritorio buscándola. Después de que alguien me hablo y me pegué en la cabeza, me di cuenta que contener mi grito al inicio de la aventura no servía de nada conmigo arriba de un escritorio: parecía una loca.

Se había escapado

Fui por la escoba para limpiar mi lugar, comencé a sacar papeles viejos y a barrer. Cuando como oro al final del arco iris vi a esos dos centímetros de mugre mover sus patitas panza arriba. Yo había ganado, una pizca de ese líquido mata cucarachas (y seguramente más cosas en el ambiente) le había caído encima y había sido suficiente para detener la carrera de su vida.

Cuando la tuve frente a mi rocié un poco más de insecticida (digo para asegurar) y la tomé con papel y con todo mi asco, y la arrojé a la basura.

Ese fue su fin, el trabajo sucio estaba hecho.

Tuesday, January 27, 2009

Venus vs Marte

Siempre he dicho, y lo sostengo, que el mundo es un lugar para hombres. Que la mayoría de las oportunidades son un traje a la medida del género masculino, y que, aunque no lo quieran, somos discriminadas de actividades para las que somos perfectamente capaces. Claro, no debo generalizar, ya que hasta este momento la discriminación no me ha frenado. Quizás es porque he caido en cuenta que sabiendo utilizar esas armas -que las feministas aborrecen y piensan que nos hacen débiles- podemos superar las barreras que nos detienen, incluso las que las mismas mujeres dejamos casualmente por si pasa la de al lado.

Me alegro de ser mujer, me gusta. Pero en algunas ocasiones me gusta y me alegro más. Tengo una pequeña lista que demuestra mi punto:

  1. Hay vagones o autobuses reservados para nosotras.
  2. El maquillaje sí puede hacer milagros.
  3. Hay una alternativa sútil a nuestra estatura: los tacones.
  4. Si lloras sienten ternura por ti, y no te dicen puto.
  5. Siempre hay alguien que cargue ese monitor por ti.
  6. Un poco de pestañeo, una sonrisita, risas inocentes consiguen realizar lo que antes parecía imposible (y manteniendo la dignidad, muy importante).
  7. Estás segura de que el hijo es tu hijo.
  8. En un naufragio, accidente o atentado, las mujeres y los niños siempre se salvan antes que los hombres.
  9. Vender un óvulo es más rentable que vender esperma.
  10. Y no se diga rentar el útero...
Obviamente no estaremos en toda una vida en algunos de los puntos y pueden suponer un dilema moral muy grande. Pero de que hay ventajas las hay, sólo hay que saberlas buscar

Friday, January 09, 2009

Elegir para vivir

Tengo varias teorías respecto al físco. Mis amigos les gusta llamarlos prejuicios, pero pienso que no son otra cosa que parte de mi enorme catálogo de teorías relevantes sobre temas irrelevantes. Una de las más importantes es la de tu derecho a elegir de qué vivirás, con dos grandes variables el coco o el cucu.

El valor de dichas variables se descubre, casi siempre, durante la adolescencia. Un estudiante de secundaria o el bachillerato que nota que las raices cuadradas, las integrales y derivadas son facílismas, tiene coco. Conozco de estos especímenes y parecen disfrutar al resolver una integral grande, grande, con montones de variables, de las que una es suficiente para dos horas de examen (busqué soporte matemático para el tema y respondieron que se llaman Integrales por partes, pero que esas no son tan difíciles, las difíciles son las transformadas de Laplace o las series de Fourier, aunque las palabras textuales fueron "las chidas son"). Si además, nota que para los demás son muy complicadas y algunos -como yo- lloran al tratar de resolverlas en un examen, entonces no sólo tiene coco, sino que su coco es superior al del promedio. La elección obvia es el coco.

Si por el contrario, en la misma época, otro estudiante -para este caso, mujer- nota que sus compañeros no la miran a los ojos sino a diversas partes de su cuerpo. O si cuando habla no la escuchan y sólo siguen el ritmo de su caminar. Si además puede obtener tareas, examenes, regalos con una sonrisa, pestañear varias veces o fingir interés. Entonces, sólo entonces, tiene cucu. Pero es muy importante comprobarlo, el espejo, fotos y la envidia de las menos favorecidas, vienen de la mano con el cucú. Los hombres también tienen cucu, pero las mujeres no somos tan fáciles de manipular (es momento que lo sepan). Los hombres tardan un poco más en descubrir su cucu, aunque su habilidad en el deporte, sobre todo fútbol, es un homologo de cucu.

Una vez determinado si se posée coco o cucu es momento de explotarlo. Elijamos un ejemplo: Ninel Conde. Es el ejemplo ideal de las personas con cucu, ella jamás sale a la calle sin lentes oscuros, esta al tanto de las novedades en cuanto a "moda" y cirugías plásticas y sabe que mientras pueda rellenar lo rellenable y recortar lo recortable, el que no sepa cantar no tiene la menor importancia. Nadie notará que confunde Surimi, con Tsunami, y que siente pena por las personas que sufrieron con el primero (las indigestiones están a la orden del día).

En la otra mano tenemos a la gente con gran coco, a estos los admiramos más sinceramente y casi siempre conservarán un espacio en la historia (conocidos como los más grandes cocos). Para ejemplo, Einstein. Era un hombre al que tenían que recordarle que se rasurara, sus fotos por estar en blanco y negro no lo muestran, pero no tenía la menor idea de qué significaba los zapatos deben combinar con el atuendo. Seguro que no conocía a un estilista de moda ¿Y a alguien le importa? Obviamente no, porque lo que valía en él era su coco, esa enorme capacidad de generar nuevo conocimiento, de análisis.

Por tanto, cuando descubres que tienes cucu -explotable y superior-, descuidas el coco y te dedicas a cultivar lo que te da de comer, aqui quizás no hay entendimiento. En cambio, los afortunados con coco, saben, porque lo entienden, que con su coco basta para salir adelante, así que su cucu se convierte en algo secundario y tendiente a ser olvidado.

Hay personas que nacieron sin estrella, sin coco ni cucu. Como diría mi abuela, nacieron fregados, ni cómo ayudarles. Otro caso realmente triste son los que creen tener cucu, pero no, y desperdician su vida metiendose en ropa dos tallas más pequeñas que la real -haciendo notar su curveada celulitis- pensando tener piernas largas como Kate Moss y no necesitar de un cerebro. En cambio, la gran mayoría tiene algo de ambos, sin ser extremos, su coco no les dará un Nobel, ni su cucu un premio de belleza pero la vida les sonríe, y no hacen papelones tratando de cubrir un espacio de un cucu o de un coco. Por supuesto, existen unos pocos, sólo unos pocos, tienen ambos en abundancia, la verdadera envidia de todos los demás.

Hagan una exploración interna (y ante el espejo) y determinen si viven del coco o del cucu (por favor me cuentan)