Ahora me toca reseñar lo ocurrido el fin de semana. Mi mejor amiga del mundo por siempre jamás cumplió años y sus papás hicieron para ella y para su hermana que quince días antes había cumplido años también, una pequeña reunión a la que me tomé el atrevimiento de llevar a mis papas, hermanos y novio.
Me llevo muy bien con ella, imagino que es por lo similares que somos en muchos aspectos y en las diferencias que tenemos en lo necesario; nos conocemos suficiente como para no herirnos con palabras o actos.
Pero no me desvío en la hora de los cebollazos, esta entrada es para contar lo que pasó. Llegamos muy temprano y fuimos prácticamente los primeros invitados. Cuando llegó mi familia parecía que la fiesta era mía, y no perdieron la oportunidad de decírmelo. No entiendo por qué somos tan escandalosos y nos encanta llamar la atención.
Comimos delicioso, carnitas y barbacoa, hubo otras cosas que mi espiritu aventurero no me dejó probar, como sangrita y pancita, pero mi novio, que no perdona nada y quería comer hasta que se le durmieran las manos, sí lo probó y confirmó la idea de que TODO, TO DO estuvo muy rico.
Lo malo es que no pude ayudar a mi amiga a tomarse el otro barril de cerveza que compraron, y ella tuvo que hacerlo sóla y quedar en un inconveniente estado etílico...pero no piensen mal, nosotras con dos tragos de cerveza ya estamos cantando con alguna banda, canciones que en en nuestro sano juicio negariamos rotundamente conocer, y con tres tragos, las bailamos.
Realmente me la pase muy bien, y me he dado cuenta que la felicidad es cuestión de que yo me decida a disfrutar de la compañía de las personas que quiero, escuchar sus risas y dejarme contagiar por la simpleza del momento...la vida no fue moldeada para mi, soy yo quien tiene que adaptarse a ella y aprovecharla, sorteando dificultades, pero sobre todo agradeciendo las bendiciones.
Sé que María pasó una tarde memorable, porque quienes estuvimos con ella realmente la queremos, unos más que otros...pero así, tal cual es.
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