Friday, August 31, 2007

Para los que se tiran al suelo para que los bese el diablo
http://abrazosgratis.org/

Friday, August 24, 2007

Incluso los sueños

Desde que era niña compartía la habitación con alguno de mis hermanos. Cuando era muy pequeña dormíamos mis hermanos mayores y yo en la misma habitación, que está al aldo de mis papás; en ese entonces yo dormía en una pequeña camita de la que no me movía.

Cuando crecimos, la casa también creció y nos asignaron a mi hermana y a mi a una habitación. No recuerdo muchas anécdotas de esos años. Cuando Selene leyo Drácula, me hacía irme a dormir a su cama porque tenía miedo de amanecer con dos puntitos rojos en su cuello. Alguna vez me caí de la cama y me quedé a dormir en el suelo y en otra ocasión me senté en la cama ví a Selene y le dije -¡que bonito suéter!- y volví a dormir. Pero nada del otro mundo.

Por su parte el Juli no había compartido la habitación con otra persona más que en contadas ocasiones. Es por eso que ahora que dormimos juntos nos pasan muchas cosas, que seguramente hacíamos antes pero al estar solos las olvidabamos.

Los primeros días de casados no teníamos una cama grande, así que dormíamos en mi camita individual. Juli recibió más de un codazo en su cara durante esas noches así que nos decidimos a organizar nuestro cuarto con una cama más grande.

Hay que sumarle además a esto de dormir con alguien que pueda contarte y asegurarte que hablas dormido o que roncas, el qué tan loco esté.

La otra noche el Juli escuchó como que lloraba, entonces se acercó y me preguntó sí tenía algo -¡Nooo!- le contesté con una carcajada -lo que pasa es que Marianela me contó algo muy chistoso-. Y seguí durmiendo.

Hace una semana decidí no bañarme por la noche y levantarme a darme un baño. A las dos de la mañana el Juli se paró, prendió la luz y me dijo que me parara, porque ya era hora de bañarme. Yo lo miré, en realidad sólo giré mi cara hacia él, porque no podía abrir los ojos, y me quejé en swuahili -que a las dos de la mañana es el único idioma que domino-.

Supongo que vio que su esposa seguía en el país de los sueños que revisó el reloj y se dio cuenta de la hora. Lo único que me dijo el malvado fue que me durmiera, que todavía faltaba para levantarnos. Pero no me dijo qué hora era. Así que media hora más tarde fui yo la que espantada. Pregunté si ya me tenía que bañar, en ese momento Juli me dijo qué hora era.

Últimamente he estado pensando mucho en geografía, quiero que al leer las noticias sepa exactamente dónde está Malta, Micronesia o Madagascar. Pero tanto pienso en ello que me la paso soñando con países que no encuentro. Anoche el Juli me preguntó si estaba bien, porque movía las manos de un lado al otro. Le respondí que sí, que solo le estaba mostrando a su mamá dónde estaba Macedonia. Me di cuenta que él se ha dado por vencido ante la geografía y las viejitas -de las que hablaré luego- porque se rio y dijo que estaba bien, que siguiera explicándole.

Y hay más que he comenzado a olvidar, por eso es mejor anotarlas. La conclusión que tengo es que cuando te casas compartes todo, incluso los sueños.

Monday, August 20, 2007

La sugestión

Si hicieran un concurso de la persona más sugestionable del planeta, estaría entre los finalistas. No puedo asegurar que sería la ganadora porque este mundo esta lleno de sorpresas, pero en definitiva sería finalista.


Por fin he crecido y después de varios tropezones ya no creo en cadenas, ni si quiera las reenvío. Bueno, bueno, tengo que confesar que antes de dudar de su veracidad investigo en internet para ver qué tienen de rescatable: el 98% son mentiras.


El otro día viajando por internet aprendiendo cómo retocar las fotografías de la boda se me apareció un mensaje que me sugestiono más que cualquier cosa:



Si no comentas este mensaje 10 veces tu madre morira en cuatro días


Abrí mis ojos, grandes muy grandes, comencé a sudar, sentía como gotitas en la sangre -como dijera el sabio filósofo Ahui- y corrí a llamarle a Julián


-Julián, Julián, leí algo que me asustó mucho- le dije con voz de mujer en dificultades.


-¿Qué leíste?- preguntó conm voz de hombre preocupado por las dificultades que atravieza su esposa. Leí-respondí- un mensaje que decía bla bla bla-.


-Ay amor -dijo cambiando el tono completamente de preocupación a lástima por mi mente débil- no debes creer en esas cosas, imagina que entro al baño y leo "Puto el que lo lea". Y después salgo del baño cantando y bailando "No vale la pena, lo que estoy sufirendo, son muy pocos besos para un enamorado".




Con ese argumento me convenció de que no debo sugestionarme por cualquier cosa. Ahora he aprendido la lección