Tuesday, January 27, 2009

Venus vs Marte

Siempre he dicho, y lo sostengo, que el mundo es un lugar para hombres. Que la mayoría de las oportunidades son un traje a la medida del género masculino, y que, aunque no lo quieran, somos discriminadas de actividades para las que somos perfectamente capaces. Claro, no debo generalizar, ya que hasta este momento la discriminación no me ha frenado. Quizás es porque he caido en cuenta que sabiendo utilizar esas armas -que las feministas aborrecen y piensan que nos hacen débiles- podemos superar las barreras que nos detienen, incluso las que las mismas mujeres dejamos casualmente por si pasa la de al lado.

Me alegro de ser mujer, me gusta. Pero en algunas ocasiones me gusta y me alegro más. Tengo una pequeña lista que demuestra mi punto:

  1. Hay vagones o autobuses reservados para nosotras.
  2. El maquillaje sí puede hacer milagros.
  3. Hay una alternativa sútil a nuestra estatura: los tacones.
  4. Si lloras sienten ternura por ti, y no te dicen puto.
  5. Siempre hay alguien que cargue ese monitor por ti.
  6. Un poco de pestañeo, una sonrisita, risas inocentes consiguen realizar lo que antes parecía imposible (y manteniendo la dignidad, muy importante).
  7. Estás segura de que el hijo es tu hijo.
  8. En un naufragio, accidente o atentado, las mujeres y los niños siempre se salvan antes que los hombres.
  9. Vender un óvulo es más rentable que vender esperma.
  10. Y no se diga rentar el útero...
Obviamente no estaremos en toda una vida en algunos de los puntos y pueden suponer un dilema moral muy grande. Pero de que hay ventajas las hay, sólo hay que saberlas buscar

Friday, January 09, 2009

Elegir para vivir

Tengo varias teorías respecto al físco. Mis amigos les gusta llamarlos prejuicios, pero pienso que no son otra cosa que parte de mi enorme catálogo de teorías relevantes sobre temas irrelevantes. Una de las más importantes es la de tu derecho a elegir de qué vivirás, con dos grandes variables el coco o el cucu.

El valor de dichas variables se descubre, casi siempre, durante la adolescencia. Un estudiante de secundaria o el bachillerato que nota que las raices cuadradas, las integrales y derivadas son facílismas, tiene coco. Conozco de estos especímenes y parecen disfrutar al resolver una integral grande, grande, con montones de variables, de las que una es suficiente para dos horas de examen (busqué soporte matemático para el tema y respondieron que se llaman Integrales por partes, pero que esas no son tan difíciles, las difíciles son las transformadas de Laplace o las series de Fourier, aunque las palabras textuales fueron "las chidas son"). Si además, nota que para los demás son muy complicadas y algunos -como yo- lloran al tratar de resolverlas en un examen, entonces no sólo tiene coco, sino que su coco es superior al del promedio. La elección obvia es el coco.

Si por el contrario, en la misma época, otro estudiante -para este caso, mujer- nota que sus compañeros no la miran a los ojos sino a diversas partes de su cuerpo. O si cuando habla no la escuchan y sólo siguen el ritmo de su caminar. Si además puede obtener tareas, examenes, regalos con una sonrisa, pestañear varias veces o fingir interés. Entonces, sólo entonces, tiene cucu. Pero es muy importante comprobarlo, el espejo, fotos y la envidia de las menos favorecidas, vienen de la mano con el cucú. Los hombres también tienen cucu, pero las mujeres no somos tan fáciles de manipular (es momento que lo sepan). Los hombres tardan un poco más en descubrir su cucu, aunque su habilidad en el deporte, sobre todo fútbol, es un homologo de cucu.

Una vez determinado si se posée coco o cucu es momento de explotarlo. Elijamos un ejemplo: Ninel Conde. Es el ejemplo ideal de las personas con cucu, ella jamás sale a la calle sin lentes oscuros, esta al tanto de las novedades en cuanto a "moda" y cirugías plásticas y sabe que mientras pueda rellenar lo rellenable y recortar lo recortable, el que no sepa cantar no tiene la menor importancia. Nadie notará que confunde Surimi, con Tsunami, y que siente pena por las personas que sufrieron con el primero (las indigestiones están a la orden del día).

En la otra mano tenemos a la gente con gran coco, a estos los admiramos más sinceramente y casi siempre conservarán un espacio en la historia (conocidos como los más grandes cocos). Para ejemplo, Einstein. Era un hombre al que tenían que recordarle que se rasurara, sus fotos por estar en blanco y negro no lo muestran, pero no tenía la menor idea de qué significaba los zapatos deben combinar con el atuendo. Seguro que no conocía a un estilista de moda ¿Y a alguien le importa? Obviamente no, porque lo que valía en él era su coco, esa enorme capacidad de generar nuevo conocimiento, de análisis.

Por tanto, cuando descubres que tienes cucu -explotable y superior-, descuidas el coco y te dedicas a cultivar lo que te da de comer, aqui quizás no hay entendimiento. En cambio, los afortunados con coco, saben, porque lo entienden, que con su coco basta para salir adelante, así que su cucu se convierte en algo secundario y tendiente a ser olvidado.

Hay personas que nacieron sin estrella, sin coco ni cucu. Como diría mi abuela, nacieron fregados, ni cómo ayudarles. Otro caso realmente triste son los que creen tener cucu, pero no, y desperdician su vida metiendose en ropa dos tallas más pequeñas que la real -haciendo notar su curveada celulitis- pensando tener piernas largas como Kate Moss y no necesitar de un cerebro. En cambio, la gran mayoría tiene algo de ambos, sin ser extremos, su coco no les dará un Nobel, ni su cucu un premio de belleza pero la vida les sonríe, y no hacen papelones tratando de cubrir un espacio de un cucu o de un coco. Por supuesto, existen unos pocos, sólo unos pocos, tienen ambos en abundancia, la verdadera envidia de todos los demás.

Hagan una exploración interna (y ante el espejo) y determinen si viven del coco o del cucu (por favor me cuentan)