La realidad es muy distinta, lo más cercano que tengo a una aventura son mis intentos por llegar a tiempo en las mañanas, luchando contra monstruos subterráneos (el metro) enfrentándome a las más terribles amenazas (las bolsas de las viejitas) y superando la barrera del sonido mientras corro (bueno nomás camino rápido).
Mi trabajo no es así:

Ni así

Pero no quiero que un día, cuando me despierte, así lo vea

¿Y qué puedo hacer al respecto? Seguir soñando, añadiéndole el valor de conseguir lo que realmente quiero.
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