Wednesday, January 03, 2007

Noticias frescas

En esta época es común que se reuna la familia para compartir la tradicional cena de Navidad o de año nuevo. Mi familia es bastante grande, más si la comparamos con las familias modernas en las que uno o dos hijos son los que junto a los padres las componen.
Esta Navidad la pasamos en casa de mis abuelos maternos, de los cuales ya he hablado anteriormente. Son dos casi adorables viejecitos que viven juntos en una casa en provincia y que son cuidados por una de mis tías, y digo casi porque la mayoría de las personas de edad avanzada se comportan como unos niños de cuatro años pero con la autoridad que les confiere una estirpe de hijos, nietos y bisnietos y por supuesto sus más de siete décadas de vida.
Mi abuela, como la mayoría de las abuelas, habla con la televisión. No hay que interrumpirla cuando ve alguna de sus novelas o los últimamente famosos talk shows.
Laura en América es su favorito, en la mayoría de sus programas, podría asegurar que en todos, una pobre y angustiada mujer es acosada por un hombre que la quiere más que a nada en el mundo y daría todo por ella incluso enfrentarse al enfurecido y, obviamente, alcoholico y macho esposo. Ella es una santa que saca adelante a su familia pero no puede negar que su pretendiente ha logrado hacerla suspirar nuevamente. Mientras ella, la mujer afligida, y él, el nuevo y prometedor pretendiente, estan en el panel Laura trata de convencer a la protagonista de la historia de que su esposo es un mal hombre. Para probarlo hace pasar al marido mientras grita -¡que pase el desgraciado!!!!-. El esposo, haciendo gala de su condición de cavernícola entra al estudio, corre hacia el pretendiente y comienza a golpearlo (los hombres que están detrás de ellos fingen intentar separarlos)...en ese momento mi abuela grita sabiamente -¡andale cabrón!!!!- y toda clase de recomendaciones. El programa casi siempre tiene un desenlace gracioso para mi, pero justo para mi abuela: el marido tiene una amante a la que maltrata constantemente, y la esposa lo abandona.
Mi abuelo, un campesino que a sus ochenta años carga bultos de azúcar en su espalda, esta alejado de todo el mundo por su moderada, pero conveniente para mi abuela, sordera. Yo creo que no está tan sordo como todos pensamos, sólo finge para que las locuras de mi abuelita no lo afecten. Él ama al chavo del ocho, aunque se duerma mientras a nosotros nos obliga a ver su maratón navideño.
Tienen un refrigerador en el que guarda el periódico que no ha leído...mi tía se ríe mientras dice que es que le gusta leer las noticias bien frescas.
Ay mis abuelos, me da mucha risa recordarlos; pero la risa se borra cuando Julián me dice que no hay remedio, seré como mi abuela en unos años más, sólo espero que sean muchos.

1 comment:

Anonymous said...

jajajaja, cultas las abuelitas de verdad, digo, ¿¿¿acaso no fingimos demencia y disfrutamos la desgracia de los demas??? aunque sea una vez, y mas si da tanta risa como los de ese chow; lo que si no se puede dejar a un lado es que los tipos son mas feos que un chango