Thursday, March 15, 2007

Todo queda entre amigos

Mi mamá es muy sensible pero procura tomar las cosas con la cabeza fría, supongo que ha aprendido de mi papá. Antes de viajar a casa de mis abuelos dejó todo listo y con todas sus fuerzas pedía a Dios poder llegar a verla y decirle cuánto la quería; más tarde decidió pedirle que la cuidara, que no era necesario decírle algo que mi abuelita sabía y no la dejara sufrir.
La noche anterior al día en que mi abuela se fue mi mamá se quedó a dormir con ella, en realidad a cuidarla. Mientras velaba que todo estuviera sin contratiempos acariciaba sus blancos cabellos besaba su mejilla y le decía que la quería mucho, que sus nietos y mi papá la ibamos a extrañar pero que ella merecía descansar.Fachita no estaba inconsiente y su pulso se aceleraba cuando escuchaba algo que le emocionara.
Después de que mi mamá notó lo anterior, llegó a pedirle con lágrimas en los ojos a mi abuelo que fuera al hospital y le dijera a mi abuelita todo lo que sentía por ella. Mi abuelo, que no se caracteriza por su fluidez al hablar, le respondio que mi abuelita ya lo sabía. Mi mamá insistió y ambos terminaron llorando, y él accediendo.
Se baño y se arreglo, actividades que cuesta muchísimo trabajo realice porque es como niño y aunque lo mandara el presidente, que para él es un naco, no obedecería. Ese día lo hizo sin empacho, se perfumo y se peino.
Fue el primero en subirse al coche y cuando llego al hospital se quedó a solas con mi abuela. Qué le dijo jamás lo sabré, porque en esa relación la comunicativa fue mi abuela. Me gusta pensar que tuvo la oportunidad de pedirle perdón por sus errores y faltas; quizá le dijo que la amaba y que los sesenta años que pasaron juntos le ayudarían a superar los que le faltaban por vivir.
También me gusta imaginar que mi abuelita lo escuchó todo y aunque esos tubos que la mantenían con vida pero silenciosa no le permitieron decir una sola palabra, lo perdono. Tal vez en sus pensamientos le respondio que ella también lo quiso, y que iba a extrañarlo.
Dios les dio ese último instante juntos, fue un regalo. Mi abuelita debió estar ansiosa de esa visita y de ese adios de la persona con quien más momentos felices compartió, porque ese día nos dejó.
Sus confesiones y perdones quedaron entre amigos.

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