Thursday, June 25, 2009

Paquete bautices

Padrinos extremadamente simpáticos disponibles, pregunte sin compromiso

Casi todas las personas tenemos amigos, que triste sería nuestra vida si no los tuvieramos. Si ellos no existieran, la caida de un maestro, los días de ofertas, las películas de estreno o las pintas no serían iguales. Tienen algo peculiar, cuando son tus mejores amigos, piensas que lo seran eternamente, pero no es así. Las vidas, tienen caminos distintos que usualmente se unen por espacios de tiempo que a pesar de su brevedad nos parecen que durarán eternamente.

A veces todavía me acuerdo de mi amiga del kider. Se llamaba María, o Eli. Sí, no me acuerdo de su nombre, pero recuerdo su cara cuando comíamos dulces en el recreo. Bueno está bien, casi no me acuerdo de mi amiga del kinder, tenía ojos de canica (grandes y negros) y su sonrisita ya tenía espacios vacíos. Pero cuando recuerdo esa imagen borrosa, sin nombre, me alegra pensar que no pasé de noche por el kinder (obviando que no se la diferencia entre izquierda y derecha) y tuve amigos.

Durante la primaria los recuerdos no son tan borrosos, es más, mi mamá encontró a la mamá de una de mis amigas de la primaria y me enteré que se casó y tuvo un bebé -del orden no puedo asegurar nada-. Se llama Lolis (Dolores), y solíamos jugar con tierra (dizque haciendo fósiles) en su casa. De ella no pensé que fuera eterno, sabía que duraría sólo hasta que terminara la primaria.

Y si hablamos de la secundaria, entonces sí que comencé a pensar en la eternidad, pero sobre todo de las amigas, creía que estudiaríamos juntas y que viajaríamos por el mundo viviendo la vida loca –que en ese momento para mí era comprar ropa y conocer museos– aunque dentro de mí reconocía que más tarde encontraría nuevos amigos y que estos amigos de la secundaría quedarían empolvándose en un clóset sin que los recordara muy amenudo (no es el caso para todos).

Cuando pregunto a mis nuevos amigos, cuál es la época que más recuerdan, suelen responder que el bachillerato. Para mí también fue una época de recordar. Mis amigas y yo reíamos muchísimo juntas y sentíamos que algún día podríamos cambiar el mundo. Días enteros hablando de tonterías y comiendo chucherías sin preocuparme por las calorías –no, aunque lo parezca no sigo haciéndolo...ya me preocupo un poco más por las calorías–. Claro eso no fue así y hace siglos que no sé de ellas; hace un par de años una de ellas me llamo y yo quedé en devolverle la llamada –sinceramente quería hacerlo– pero cuando intenté llamarla, me dijeron que el número que tenía estaba equivocado, y desde entonces no sé de ella. Eso de yo te llamo es muy usado ya sea cuando vas a una entrevista de trabajo, lo que casi siempre significa que no te darán el empleo, o por un amigo que ya no quiere serlo.

Y para terminar con la época escolar, conocí a la que hoy es mi mejor amiga mientras estudiaba mi licenciatura. Y también, conocí a Juli. Si en este momento me preguntaran si pienso que ellos realmente estarán para siempre en mi vida, respondería que sí, han estado tanto tiempo a mi lado que para siempre suena posible. Así he conocido personas, amigos a los que he querido mucho y que pensé compartiría los sucesos más trascendentes de mi vida y la suya. La fortuna ha querido que no sea así; y poco a poco los amigos que contaba con los dedos de una mano dejan su espacio que se ocupa con nuevos amigos que te hacen reir mucho y se ríen de lo que tú dices, pero lo más importante, estan ahí para ti cuando los necesitas.

Con los años, quienes son tus mejores amigos pasan a ser parte de tu familia, y en muchas familias es tradición formalizarlo. En México –y por lo que ví en El Padrino, en Italia también– una forma de hacerlo es convertir a tu amigo en el padrino de tus hijos. Mis papás tienen montones de ahijados. Nuestros padrinos (de mis hermanos y yo) fueron en un momento los mejores amigos de nuestros papás; pero a ellos también les pasó como a mi, las dimensiones abrieron sus puertas y cada quién entro en una distinta. Ahora mis padrinos no saben nada de mi vida, y yo de la suya menos –¡pero yo soy la ahijada!– (nota mental: eleigr a los padrinos no es cualquier cosa). Al Juli le eligieron mejores padrinos, que sí han estado a su lado durante su vida e incluso fueron nuestros padrinos de bodas.

Juli y yo hemos comenzado lentamente con nuestra colección de ahijados, pero de las personas que menos lo esperabamos.La semana pasada la ahijada de primera comunión de mi suegra nos pidio que fueramos padrinos de su segundo hijo. La relación, como se nota, es cercanísima. Aunque realmente no alcanzamos a entender por qué a nosotros, nos parecemos a Doña Catalina rebozo de harina y Don Juan Botijón cabeza de terrón, y nos alegra mucho que nos elijan para apadrinar a un bebé. Ser El Padrino y la Madrina (además de requerir un gran esfuerzo en la garganta), en mi dimensión, significa que cuidarás de otra personita, y que podrías ser como su papá o mamá. Uy la policía... sé que puedo con eso sobre mis hombros o al menos lo intentaré.

Si le preguntas a mi sobrina cómo me llamo, ella piensa que Chapi, y cuando le explicas que no, que mi nombre es otro ella abre los ojos grandes y dice "entonces se llama Madrina". Con esa palabrita me deshace y me siento tan importante que entiendo que ser madrina además de ser una responsabilidad, es un honor. Con el título te dieron un boleto de primera fila para presenciar la vida de una personita, y eso no puede ser más que una bendición.

4 comments:

Mariela said...

¿Con cuanta anticipación hay que reservar?

Ángel said...

Me apuraré para alcanzar la promoción

mOY said...

'manis', eres bien geek, como que conocer museos???

Anonymous said...

Qué bonito!
Selene