Tuesday, July 10, 2007

La boda


Se despertó muy nerviosa, la definición más adecuada sería ansiosa. Lo único que quería era que los minutos corrieran aunque se tropezaran con las horas y los segundos, con tal de que llegara la tan esperada hora.

Cuando se levantó ya estaban todas sus tías arreglando vestidos y tratando de terminar todos los detalles faltantes. Parecía que estaba en la película de My Big Fat Greek Wedding (Casarse está en Griego). Muchas mujeres poniendose guapas mientras los segundos, minutos y horas estaban corriendo en un maratón.

Cuando se dio cuenta era hora de ir a recoger su ramo. Iba tratando de conservar la calma de su papá y no hacerlo explotar en una crísis nerviosa sólo porque se puso el alto y el coche de adelante no tenía tanta prisa como él. Llegaron a la florería y el florero -es decir la persona que hace los ramos- le entregó un ramo completamente distinto al que había acordado, y no porque no estuviera claramente estipulado que tendría tulipanes blancos . Sino porque no se parecía al de la foto.

Tenía un debate emocional, llevarse el ramo tal cual aunque pareciera que sólo tomó unas gladiolas y nubes o discutir con el florero para obtener que rehiciera el ramo con el riesgo de que su papá se bajara del coche con toda el estrés que parecía no poder manejar e intentara - porque nadie puede asegurar que lo lograría- golpear al pobre hombre.

Se decidió reclamar, al fin y al cabo iba también lista para entrar a la batalla y ya le había echado el ojo a un florero que podía romperle en la cabeza. Por suerte el hombre notó los pensamientos asesinos que pasaban por la cabeza de la novia neurótica, que en ese momento era, y lo redecoró con rosas blancas, y casablancas.

Tan sólo piso su casa dejar el ramo y dejar instrucciones que más tarde se enteró que nadie entendio o si las entendieron no le dieron importancia y corrió al salon de belleza de donde más de cuatro horas después -sí cuatro largas y dolorosas horas- saldría radiante, o al menos ella se sentía así.

Y digo largas por lo dolorosas, no porque la relatividad hubiera fallado y las horas duraran lo normal en ese momento en que estaba nerviosa porque no había probado bocado desde el desayuno y no llegaría a tiempo a la iglesia terminando por deshacerle los nervios al Juli.

El peinado terminó por no parecerse al que había pedido, siempre le pasa. Después el maquillaje, recostada en una silla bastante incómoda, levantando el cuello para el lado derecho y haciendo la cabeza hacia atrás y a la izquierda. Recibiendo en su rostro el montón de productos de los que no conoce el nombre ni función.

Mientras la maquillaban trataba de mantener el control de la situación, su mejor amigo iba a pasar por ella y no había llegado y ya eran las cinco (ya después se dio cuenta de lo loca que andaba porque la misa era a las siete). Lo llamaba, llamaba a su casa, lo volvía a llamar. Gracias a Dios es un amigo verdadero y no la mandó mucho muy lejos a ella y su ansiedad.

Por fin salió, 5.15 pm

Llegó a su casa, pidio que le dieran de comer a su amigo, que ya tenía 10 minutos de haber llegado. Y corrió a vestirse, ahora sí para dejarse puesto su vestido por horas. Su mamá y su hermana la ayudaron y dieron las puntadas faltantes a su ajuar.

Se miro en el espejo y se dio cuenta de que el instante que había planeado durante prácticamente toda su vida había llegado. Estaba envuelta en tul, con una tiara en la cabeza y una sonrisa de tonta que no se le ha borrado -y quizá ya nunca se borre-.

Tal vez la descripción anterior no permita que se pueda imaginar que se veía bonita y más bien llega a nuestra cabeza un niño Dios en un día de la Candelaria; pero era una novia muy feliz y ni aunque hubiera sido un auténtico pastel escurrido se habría borrado esa felicidad.

Escribo esto en tercera persona para darme un pretexto de contar la historia con todos sus detalles . Quizá si la contara en primera persona tendría que ocultar mi emoción.

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