Friday, February 15, 2008

El amor, la amistad y la mercadotecnia

Hice una pequeña encuesta entre mis amigos para saber si ellos celebrarían el día de San Valentín. Como suele suceder entre los amigos, tenemos en común muchas cosas, entre ellas que pensamos que es una fecha meramente comercial -y yo agrego que extremadamente cursi-.

Yo pensaba que las personas que son inmaduras y superficiales son las que lo celebran. Seguramente esas personas que acabo de etiquetar, me tienen etiquetada como amargada y sola.

Me he caracterizado por ser anti corazones rojos y peluches gigantes. Me irrita no poder comprarle un chocolate al Juli (como procuro hacer siempre que tenemos clase) o un globo a mi sobrina, porque los precios están elevadísimos por un montón de personas se dejan llevar por lo que la mercadotecnia les impone.

Digo pensaba porque algo hizo que cambiara mi forma de ver. No, no fue Julián con una docena de rosas o con un globo en forma de corazón que no cabía en la parte trasera del coche.

Fue alguien más y sucedió más o menos así. Yo estaba en mi salón de clase, afuera estaba sentada en una banca una chica con una bolsa con regalos y un globo enorme en forma de corazón con una vaca abrazándolo. Mientras la observaba pensaba que se requiere mucho valor o muy poco conocimiento de un chico como para regalarle un globo enorme en forma de corazón con una vaca abrazándolo.

Julián me llamó y me pidio que saliera, pues mis papás lo habían llevado a la escuela y quería que los saludara. Cuando salí, mi mamá y él se estaban riendo y me decían que por qué no me había apurado, que al Juli se le había escapado mi globo. Voltée y no vi nada, pero ellos me contaron que un globo había pasado cerquitísima de ellos y llegó un punto en que pasó tan bajo que alguien lo pudo tomar.

Entramos nuevamente al salón y la chica seguía sentada afuera, con su bolsa de regalos, pero ahora sin su globo. Me doy cuenta de que no tiene globo (no me caracterizo por mi astucia) y miro a Julián mientras le pregunto cómo era el globo que vieron; él responde que era un globo enorme en forma de corazón con una vaca abrazándolo.

Primero me dio risa, para no fallar en mi fama de cruel, pero después me puse a pensar poniéndome verdaderamente en sus zapatos. Y descubrí que si para mí -en el papel de ella- un día podía ser muy especial como para arreglarme más de lo normal, cargar una bolsa con regalos y comprar un globo enorme en forma de corazón con una vaca abrazándolo, debía ser también muy difícil ver como mi sorpresa, en la que había puesto tanto esmero, se perdía en el cielo.

Su valentín tardó en llegar, y ella seguía esperándolo, sin frío y sin prisas. Cuando él llegó le trajó como regalo un oso de peluche en una canasta con un globo de corazón (originales los muchachos). Estuvieron un largo rato sentados, platicando y después se fueron.

Cada persona es libre de celebrar y de esmerarse en sorprender a su pareja. Sé que los restaurantes están atiborrados, los precios por los cielos y el tráfico vuelto loco. Pero debemos encontrar lo bueno que cada día pueda darnos, la enseñanza que de él podemos tomar.

Me quedo con mi etiqueta de amargada orgullosamente colgada en el pecho, pero no sola. Y ya no les dejo -a quienes celebran San Valentín- con su etiqueta de cursis. Para ellos la mercadotecnia es una leyenda urbana, o quizás si crean que son manipulados, pero no les importa. Lo único que les importa es que ayer tuvieron un pretexto para no sentirse extraños caminando por los pasillos de una escuela con una canasta, un oso de peluche y un globo en forma de corazón y de esta forma consentir a la persona que aman.

Y hacer feliz a quien amamos debería ser nuestro objetivo en la vida.

1 comment:

Anonymous said...

amargotzin, ¿¿¿¿te cae que ya viene tu cumple????

pd: ¿no puede tu efelante ser como dumbo?, ¿asi si llegas mas rapido al trabajo no?