Monday, May 07, 2007

Cumpliendo una promesa



Erase una vez en un país muy, muy lejano una bella princesa, quizá no tan bella ni tan princesa aunque desciende directamente de Ana del Real, que se enamoró de un principe encantador, que tampoco tiene la sangre tan azul como se esperaría, pero de que es encantador no hay duda.

Alguna vez, antes de que se tuvieran que separar por sus reales ocupaciones, él la llevo a una bella terraza del castillo que les servía como escuela. Ahí, la rodeo con sus brazos y le pidio que mirara al horizonte y le respondiera si alcanzaba a ver dónde terminaba el cielo; ella, extrañada, le respondio que no. Él lentamente se acercó a ella y mirándola a los ojos le dijo que así era su amor, tan grande que aunque supieramos que tenía un final no lo podríamos alcanzar jamás.

Ella, como toda bella princesa, comenzó a llorar mientras él le pedía que estuvieran juntos por el resto de sus vidas, que por favor aceptara ser su esposa y aunque no podía ofrecerle un castillo o palacio ni un reino, sería la dueña de su amor y vida. La bella princesa lo beso y le respondió que sí, que lo amaba muchísimo, que su amor llenaba su vida y su corazón y no concebía la vida sin el... o quizá sólo lo besó y le dijo un simple y sencillo te amo que resumía todo lo que pensó decir.

Pero, siempre hay un pero, como aún no terminaban sus reales estudios ni tenían dinero para comprar un castillo, de 60 metros cuadrados, tuvieron que esperar y hace un año mientras celebraban su aniversario tomando un café él le mostró un regalo que traía para ella: una caja de chicles. Como ella no había comido dulces antes del café no pudo soportar las ganas de comer uno de los chicles de las chicas super poderosas y abrio la caja, que no traía chicles, sino un anillo de compromiso, el mismo que 30 años atrás su papá le había regalado a su mamá.

Como pocas veces en su vida, se quedo callada y, otra vez, un sencillo te amo salio de su boca.

El sabado pasado se casaron, la mitad de lo casados que pueden estar y en unas cuantas semanas se casaran ante Dios para cumplir con la promesa que hace más de seis años se hicieron en la terraza de un castillo (o tal vez fue en un salón vacío de su escuela)

3 comments:

Anonymous said...

Siempre será un honor participar en esta celebración y no quedar como un espectador más.
Deseo que jamás puedan ver el final del cielo y que como todos los finales de cuento felices , vivan felices para siempre.

Anonymous said...

neta que ahora si soltè las de cocodrilo, les tego harta envidia,pero de la buena eh...
muchisima suerte ;)

Unknown said...

Te Amo, princesa Escritora.