Tuesday, October 23, 2007

Aterrizando

De qué forma nacemos, cuál es la forma más común de llegar al mundo y ser independientes de nuestra mamá.

Yo nací en un hospital, como la mayoría de mis contemporáneos. Mi mamá en cambio nació en casa de sus padres, ayudada por la mujer más chismosa del pueblo porque la partera oficial estaba ocupada ayudando a su prima a nacer. Era típico en los pueblos que los bebés naciera en sus casas y casi puedo escuchar a Doña Chisme -la llamo así porque no sé su nombre y es lo único que sé de ella- pedirle a mis tías que hirvieran agua, trajeran sábanas limpias y cerraran las ventanas para evitar las corrientes de aire. Mi abuelo en el largo -o corto- pasillo dando vueltas en espera de la noticia de su esposa e hijo o hija.

Por supuesto esta manera de llegar al mundo es mucho mejor material para una novela que el llegar a un hospital, que te pongan en sillita de ruedas, junto a tu mamá; te lleven al quirófano y pase todo lo demás...

Sin embargo sé de una que no quiero pasar aunque me parezca de cuento de José Agustín.

Valentina iba rumbo a su trabajo, como todas las mañanas, deseando estar en su cama calientita y no entre toda esa gente que se amontonaba a su alrededor. Su mente estaba obviamente tomando vacaciones, escalando la montaña o salvando la vida del Presidente de la hermana República de Stacialta.

Ya habían estado detenidos en la estación por un buen rato, pero ella seguía viajando en su nube. Cuando de pronto suena la alarma. Valentina, molesta, voltea a mirar la mujer que la ha activado. Para su sorpresa era una mujer embarazada que parecía estaba sufriendo mucho.

Como pudo ayudo a salir a la mujer y entre varias personas la llevaron a la oficina del jefe de estación. Se dio cuenta que estaba sola entre hombres, llamaron a la ambulancia pero parecía que el bebé quería ver la luz ya. Lo que no se imaginaba el bebé es que estaba a 20 metros de profundidad.

No hubo tiempo de preparar la llegada, el instinto femenino de Valentina la hizo reaccionar a ayudarlos. Valentina dejo de detestar estar despierta en ese momento del día porque tuvo una de las experiencias más emocionates de su vida. Fue la persona que permitio que el pequeño Jesús - como decidieron nombrarlo- llegara al mundo, su mano fue la primera que lo toco y le dio la bienvenida al mundo.

Cuando todo el trance pasó lo cubrio con su suéter y le sonrio. Varios minutos después llego la ambulancia y entre lágrimas la mujer le dio la mano a Valentina. Eso fue suficiente para que ella supiera que le agradecía enormente el que estuviera ahí para ayudar a aterrizar a su bebé y fuera parte del inicio de un viaje tan pintoresco.

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